21 de febrero de 2017

Siete mitos sobre la corrupción (1 de 7)

Por Dulce Guevara.

Al aproximarnos a cualquier tema los seres humanos siempre contamos con un conjunto de ideas preconcebidas, resultado de muchos factores: nuestro entorno, lo que hemos aprendido en nuestros años en la escuela, ya sean muchos o pocos; o simplemente lo que nosotros consideramos que es lo correcto. Las ideas preconcebidas sobre la transparencia y la rendición de cuentas no son la excepción. Muestra de ello son algunos mitos a las que algunos apelan cuando se entabla cualquier discusión[1] que intente crear, modificar o perfeccionar los mecanismos que combatan a la corrupción en nuestro país.

Con el afán de generar un debate informado, a continuación se presenta el primer artículo, de una serie de siete mitos, sobre algunos lugares comunes en los que solemos caer al hablar de transparencia o rendición de cuentas pero que al final del día son falsos. 

     1.   La corrupción es un fenómeno endémico de Latinoamérica.

Cada año la organización no gubernamental Transparencia Internacional publica el Índice de Percepción de la Corrupción (IPC)[2], en el cual los países de América Latina y África suelen ser siempre los peor evaluados. Si tomamos en cuenta que, dicho índice se construye a partir de las percepciones de un pool de expertos y de habitantes del país a evaluar, podríamos decir que quienes viven en estos países tienen la idea de que sus gobiernos son los más corruptos del mundo (en comparación con cualquier otro país).  

En el caso de México, tendemos a pensar que la corrupción viene en nuestro código genético, que México es el país más corrupto en toda la faz de la tierra (o al menos, así nos lo han hecho pensar). Sin embargo, cada día descubrimos actos de corrupción en todo el mundo.

¿Quién no recuerda los escándalos de corrupción en España, Islandia o Guinea Ecuatorial? Solo por citar algunos ejemplos.

El esposo de Cristina de Borbón en España fue acusado recientemente de tráfico de influencias, malversación, prevaricación, fraude, estafa, falsedad, delitos contra Hacienda y lavado de dinero por su gestión en el Instituto Nóos, entidad sin ánimo de lucro a la que supuestamente desvió varios millones de euros de fondos públicos[3]. Mientras esto pasaba en España, circuló en los medios internacionales la renuncia del Primer Ministro de Islandia, Sigmundur David Gunnlaugsson tras las filtraciones de los Panama Papers, después de que diversos medios de comunicación y el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ, pos sus siglas en inglés) dieran a conocer que Gunnlaugsson y su esposa, Sigurlaug Pálsdóttir, aparecieran como propietarios de Wintris, una sociedad abierta y registrada en Islas Vírgenes Británicas, donde habrían depositado casi 4 millones de dólares en bonos en los tres principales bancos islandeses, los cuales se derrumbaron en 2008[4]. Para ampliar esta paleta de opciones de corrupción internacional, también podríamos citar el caso de Teodoro Nguema Obiang, hijo del presidente de Guinea Ecuatorial, quien cuenta con un imperio global multimillonario, mientras que en su país 75% de la población vivía en la pobreza en 2006. El origen de su fortuna ha levantado tantas sospechas que es una de las figura clave en investigaciones por lavado de dinero en Francia.

Si bien la corrupción está presente en casi todos los sistemas políticos del mundo, en unos países se torna en una conducta recurrente cuyas consecuencias son nulas mientras que, en otros, los responsables pagan costos elevados por esta conducta. Como se comentó, en Islandia, el primer ministro se vio forzado a renunciar ante las protestas de al menos dos tercios de la población; mientras que en el caso de Guinea Ecuatorial, Teodoro Nguema Obiang es visto como el probable sucesor de su padre, el presidente Teodoro Obiang Nguema, quien lleva 37 años en el poder situación por la cual es considerado es el jefe de Estado más longevo de África.

Pese a la percepción de que América Latina es una de las regiones más corruptas del planeta, el reciente caso de Guatemala[5] ha sembrado esperanza entre los habitantes de la región en el sentido de que es posible castigar a los corruptos. En este caso, el presidente Otto Pérez Molina y su vicepresidenta Roxana Baldetti fueron acusados por corrupción y sobornos, y tuvieron que renunciar al poder.


En suma, si bien la historia de nuestra región muestra múltiples ejemplos de malversación de fondos públicos, la corrupción no es un fenómeno que solo pase en América Latina. En todo el mundo existen diversos ejemplos de cómo los funcionarios utilizan los recursos públicos para fines privados. En este sentido es importante poner en perspectiva la situación de nuestro continente, especialmente la situación de México, en materia de corrupción en el entorno internacional, y a partir de ello, preguntarnos: ¿Qué similitudes presenta la corrupción en América Latina y/o México con el resto del mundo? ¿Qué factores provocaron la dimisión del primer ministro de Islandia a diferencia de la inminente permanencia en el poder del Presidente de Guinea Ecuatorial?¿Qué ha pasado en Guatemala los últimos años que su sistema de procuración de justicia fue capaz de presentar pruebas contundentes para enjuiciar al Presidente de la República y en otros países es casi imposible? Las respuestas a estas interrogantes nos podrían dar algunas pistas del por qué actuar de manera corrupta no es parte del código genético de aquellos que habitan Latinoamérica. 

En el próximo artículo se tratará de dilucidar las respuestas a las preguntas planteadas en el párrafo anterior mientras se revisan algunos estudios sobre los factores que influyen en el comportamiento deshonesto (corrupto) de los seres humanos. Estén atentos…




[1] Algunas de estos mitos fueron escuchados en los pasillos del Senado durante la discusión y posterior aprobación de la Ley “3 de 3” en el Segundo Periodo Extraordinario de Sesiones de la Cámara Alta.
[2] Transparency International. Corruption Perception Index 2016. DE 1 enero de 2017. Disponible en:  http://www.transparency.org/news/feature/corruption_perceptions_index_2016
[3] El Universal. Infanta Cristina declara en juicio por corrupción. DE 12 de septiembre de 2016. Disponible en: http://www.eluniversal.com.mx/articulo/mundo/2016/03/3/infanta-cristina-comienza-declarar-en-juicio-por-corrupcion
[4] El Comercio. A los corruptos no les sienta bien el clima de Islandia. DE 12 de septiembre de 2016. Disponible en: http://www.elcomercio.com/blogs/la-vuelta-al-mundo-en-80-ideas/corruptos-islandia-impuestos-panamapapers-analisis.html
[5] The New York Times. La cruzada contra la corrupción en Guatemala es un ejemplo para la región. DE 13 de septiembre de 2016. Disponible en: http://www.nytimes.com/es/2016/06/14/la-cruzada-contra-la-corrupcion-en-guatemala-es-un-ejemplo-para-la-region/

10 de febrero de 2017

Sociedad civil organizada para la desorganizada: lluvia de ideas para fortalecer la democracia


La sociedad civil organizada debe apoyar a la otra, a aquella que no encuentra en los grupos políticos un espacio para alzar la voz y formar parte de las decisiones del Estado. Tiene en su haber la posibilidad de constituirse en elemento clave de la democracia participativa. Lo anterior, a partir de la difusión de los instrumentos que favorecen la protección y el ejercicio de los derechos humanos, así como la consolidación de la rendición de cuentas vertical[1] y transversal.[2]      

¿Qué ocurre en México?

Las estadísticas de diversas instituciones, entre ellas las del Instituto Nacional Electoral (INE), muestran de alguna manera, la exigua participación de los individuos o de los que los servidores públicos llaman “ciudadanos de a pie” en asuntos relevantes para el entorno social, económico y político del país.

Por ejemplo, en las elecciones del año 2000, la lista nominal estaba integrada por 58,782,737 ciudadanos, de los cuales votaron 37,601,618 (63.97%) y se abstuvieron 20,181,119 ciudadanos (36.03%). En la elección de Presidente de los Estados Unidos Mexicanos del año 2006, la lista nominal estaba conformada por 71,374,373 ciudadanos, de los cuales votaron 41,791,322 (58.55%), la abstención fue de 29,583,051 ciudadanos (41.45%); en las del año 2012, la lista nominal estaba conformada por 79,492,286 ciudadanos, de la cual votaron 50,143,616 (63.08%) y la abstención fue de 29, 348,670 ciudadanos (36.92%).[3]

Como es posible apreciar, los niveles de abstencionismo en las últimas tres elecciones federales se han mantenido en la misma constante, por lo que dan cuenta de la indiferencia social.

Para convencer a los ciudadanos de participar en las elecciones, las autoridades han recurrido desde lo más básico, como difundir en los medios de comunicación spots sobre la importancia de ejercer el voto electoral, hasta lo más vergonzoso, solicitar a los clubes deportivos que modifiquen los horarios de alguna partida de soccer, de tal forma que las televisoras no realicen la transmisión correspondiente, porque abonaría al abstencionismo electoral. Los resultados de dichas estrategias no son los más deseados, ya que han logrado impactar en la conciencia colectiva. Desafortunadamente, no podría ser de otra manera en un país como el nuestro, donde impera la desconfianza en las instituciones políticas y gubernamentales.

Los individuos están conscientes de la decadencia del sistema político, dudan de sus representantes y, por ende, de las instituciones que comandan. Sin embargo, no se aprecia una reacción generalizada que detone un cambio sistemático, en donde se obligue a los servidores públicos a conducirse con ética y responsabilidad. No cabe duda, en México se necesita un aliciente, algo o alguien en quien confiar y que detone la sinergia social para el bien común.        

¿Cómo eliminar la apatía como problema social cuando existe una gran desconfianza en las instituciones del Estado?

Justo aquí es donde se expone una propuesta desde la misma sociedad, una que denominaré, por supuesto carente de originalidad y con tintes de ignorancia desde la óptica de la Teoría General de los Sistemas: “Reacción sinérgica”.   

En dicha reacción, cada una de las organizaciones no gubernamentales, fundaciones, asociaciones civiles, agrupaciones vecinales, etcétera, forman un subsistema dentro de un sistema integral en el que también convive la población desarticulada o dispersa.          

Los subsistemas trabajan en conjunto con un objetivo común, lograr que la sociedad desorganizada reaccione a los problemas del Estado, participando y colaborando con la finalidad de exigir cuentas y formar parte de las decisiones gubernamentales.

La razón por la que la sociedad civil organizada debe detonar la reacción sinérgica, radica en que conoce los avatares con las instituciones gubernamentales, el ir y venir en el campo burocrático y ha estado presente en las pocas ocasiones que el Estado ha permitido su inclusión en las discusiones legislativas. Así, los subsistemas deben expandir sus conocimientos y experiencias, a efecto de facilitar herramientas a los desorganizados, con el objetivo de que éstos formen parte del cambio y de los nuevos paradigmas.  

Afortunadamente, en México están proliferando subsistemas, los cuales pueden trabajar con apoyos estatales, donativos privados, con recursos propios o con presupuesto mixto. 
Tales entes se conforman para afrontar temas verdaderamente trascendentes para la comunidad, por ejemplo: violencia de género, protección de los pueblos indígenas, inclusión de los jóvenes, procuración de justicia, igualdad de género, prevención del delito, anticorrupción, educación, salud, cuestiones agrarias, apoyo a los trabajadores, cultura de la legalidad, transparencia y rendición de cuentas, entre otros temas que conforman el abanico de intereses y necesidades comunes.         

En ese sentido, la sociedad civil organizada debe continuar con sus tareas sustantivas, además, sumar acciones transversales para generar la reacción sinérgica en el resto de la población, difundiendo los derechos humanos e incentivando la inclusión de los individuos en asuntos públicos. Debe prepararse para llegar a los sectores que no encuentran cabida o dirección para conducirse ante el Estado. 

Es decir, los subsistemas deben tejer redes entre ellos (coordinada y colaborativamente), para convencer a los ciudadanos que deben ejercer sus derechos, que deben hacer uso de la transparencia y del derecho de acceso a la información para influir en la toma de decisiones y para exigir cuentas a los servidores públicos sobre su actuación y el destino de los recursos que obran en las arcas gubernamentales.

Así, se propone ejecutar una “Reacción sinérgica” desde la sociedad para la sociedad, con el fin de lograr la eliminación de la apatía e indiferencia endógena y lograr la participación ciudadana de los individuos a través de la utilización de las herramientas e instrumentos democráticos.

Algunas recomendaciones

Para lograr los objetivos de la “Reacción Sinérgica”, los subsistemas deben moverse con la bandera de cooperación y fraternidad con otros entes de la misma naturaleza, olvidando los protagonismos y evitando constituirse en una elite compuesta únicamente por prestigiados académicos y pensadores. Por supuesto que las grandes cabezas son necesarias, ya que aportan ideas brillantes y son los artífices de nuevos paradigmas; sin embargo, la sociedad civil organizada debe actuar de manera inclusiva, honesta y confiable, de tal forma que organice a la población dispersa que no encuentra un estimulo para participar en las decisiones trascendentes de la nación.

Por otro lado, a diferencia de lo que se exige a los entes gubernamentales y agrupaciones políticas por obligación (y por su naturaleza); es decir, transparencia y rendición de cuentas, los subsistemas deben adoptar dichas figuras como principios éticos, con la finalidad de que sostengan la confianza de los individuos y operen con franqueza y honestidad, pues de ellas depende el desarrollo de la nueva gobernanza. 

-La sociedad civil organizada debe constituir el aliciente, el vector o factor que detone el despertar ciudadano-.        

Referencias

Encuesta Intercensal 2015 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, recuperada de: http://www3.inegi.org.mx/sistemas/tabuladosbasicos/default.aspx?c=33725&s=est
Instituto Nacional Electoral, estadísticas y resultados electorales, recuperado de: http://www.ine.mx/archivos3/portal/historico/contenido/Historico_de_Resultados_Electorales/
Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales, Informe de labores 2015. Obtenido de: http://inicio.ifai.org.mx/nuevo/Informe%20de%20Labores%202015%20Ok_Med.pdf 
MONSIVÁIS, A. (Comp.) (2005). Políticas de transparencia: ciudadanía y rendición de cuentas. México: IFAI. Obtenido de: http://inicio.ifai.org.mx/Publicaciones/Politicas_de_Transparencia15.pdf 
SCHEDLER, A. (2008). ¿Qué es la rendición de cuentas? México: IFAI.  Obtenido  de: http://itai.org.mx/site/ifile/Cuadernos/cuadernillo03.pdf 
UGALDE, LC. (2002). Rendición de cuentas y democracia. El caso de México. México: IFE. Obtenido de:    http://www.ine.mx/docs/Internet/Biblioteca_Virtual_DECEYEC/deceyec_DECEYEC/Cuadernos_Divulgacion_DECEYEC/docs_es


Nota: Para abundar sobre la Teoría de Sistemas, se recomienda leer a Niklas Luhmann, sociólogo alemán que ha elaborado una teoría ambiciosa y coherente que describe la sociedad moderna como un sistema. Constituido, no tanto por individuos, sino por comunicaciones, se diferencia en subsistemas funcionales cerrados a través de códigos especializados: los sistemas político, económico, religioso, artístico o jurídico. Inspirándose de autores, teorías y disciplinas muy diferentes (biología del conocimiento, cibernética, lógica, lingüística, teoría de la comunicación, fenomenología, filosofía de la deconstrucción) Niklas Luhamman ha construido una de las obras más fecundas y singulares del siglo XX. (Urteaga, Eguzki, Universidad del País Vasco, Departamento de Sociología 1, artículo recibido el 26 de noviembre de 2008 y aprobado definitivamente el 22 de enero de 2009. Obtenido de: http://www.uma.es/contrastes/pdfs/015/ContrastesXV-16.pdf)


[1] Los individuos son los revisores.
[2] Jonathan Fox, agrega la rendición de cuentas social y transversal, como se cita a continuación: La RdC transversal no se contrapone a los mecanismos de RdC vertical (elecciones), horizontal (equilibrio y mutuo control entre poderes del Estado) ni social (movilizaciones sociales activadoras de los demás mecanismos, escándalos y demás usos de medios masivos de información); por el contrario, la RdC transversal profundiza la propuesta de control social de lo público, abriendo una vía para la participación ciudadana cogestiva con miras a la “responsabilización” política de los servidores públicos (electos o no). (Monsiváis, 2005, p. 22)
[3] Estadísticas y resultados electorales: http://www.ine.mx/archivos3/portal/historico/contenido/Historico_de_Resultados_Electorales/