13 de abril de 2015

Participemos

"Las sociedades deben juzgarse por su capacidad para hacer que la gente sea feliz."

Charles Alexis de Tocqueville


El pasado 6 de abril, dio inicio el proceso electoral Federal 2015, que marca la renovación total de los 500 diputados integrantes del H. Congreso de la Unión, con esto se pone a prueba una vez más la capacidad de la clase política de todo el país para desafiar las reglas claras que ellos mismos dictaron en la última reforma electoral que dio paso a la creación del Instituto Nacional Electoral dentro de muchas otras cuestione que cambiaron de fondo en cuanto al tema de elecciones.

Vemos de forma muy clara que cada tres y más marcadamente cada seis años, las insatisfacciones por parte de los actores políticos que no logran acceder a los cargos de representación popular que esperaban, buscan ser cubiertas con una “Reforma Electoral”, como si el hacer muchas reformas electorales le redituara a la sociedad un mayor empoderamiento.

Vivimos en un momento crucial como sociedad, somos víctimas y victimarios de una descomposición de las formas y valores en la forma de relacionarnos entre nosotros.

La crisis económica y política ha causado un trastorno en la confianza que como sociedad debemos acusar, esa desconfianza en nosotros mismos genera que aquellos que adoptaron a la política más allá de una forma de vida y la tomaran como una forma de enriquecerse vuelvan como cada tres años a acercarse a los mexicanos con ofertas baratas de cambios sustantivos en papel que a la larga saben que nunca podrán llevar a cabo.

Engaños sumarios que hipotecan el porvenir de los siguientes años más allá de los tres que dure su encargo, retoricas vacías y propaganda comercial hacen que el ciudadano que ha sido utilizado, olvidado y después abandonado se encuentre necesitado de justicia social, esa práctica que pareciera ser común en la clase política de acercarse cada tres años y satisfacer las necesidades básicas de su electorado con una despensa, unos vales o un monedero electrónico, sin atender de fondo los problemas de fondo que enfrenta el país, tal pareciere que el objetivo del político mexicano es mantener en la pobreza a la sociedad para poder beneficiarse de ella cada que hay elecciones.

La modernización y las ventajas de vivir en un sistema globalizado abonado por las llamadas reformas estructurales que en complicidad de los principales partidos políticos se empezaron a llevar a cabo desde hace poco más de 4 años aún no refleja un alivio en la realidad de millones de mexicanos que no tienen a su alcance los ingresos millonarios que podrían tener los legisladores que aprueban las mismas.

La excesiva cantidad de reformas a la Constitución no han resuelto los graves problemas de inseguridad, movilidad, alimentación, vivienda, justicia, desigualdad y el terrible cáncer del sistema político mexicano que lleva por nombre Corrupción.

Es lamentable el nivel de debate que se sostiene en donde aún con la prohibición de las llamadas “Guerras Sucias” el PRI y el PAN se acusan mutuamente de ser incongruentes y corruptos, cosa que hacen a nivel nacional mostrando pruebas de algo que ya sabemos, pero haciéndolo con los recursos púbicos que tanto critican los dos en sus “Spots”.

No se está abonando nada nuevo al debate, no hay propuestas y compromisos directos en las plataformas, solo hay candidatos desde los que admiten robar, pero “poquito”, pasando por los que hacen videos musicales y llegar a las figuras con una nula trayectoria en el servicio a la sociedad como algunas actrices famosas por sus personajes cómicos y de simpatía entre el pueblo.

Ese nivel de representación no puede seguir así en nuestro país, no podemos seguir esperanzados a que la clase política se canse se vivir como lo hace y busquen empoderar a la sociedad, no podemos seguir esperando a los caudillos y que salgan a luchar por defender lo que por derecho nos corresponde y mucho menos, podemos esperar a que un dictador aparezca a ofrecernos un clima de estabilidad a cambio de las libertades que hemos ganado como conquistas a lo largo de muchos años.

Vivir en democracia como tal, no nos garantiza tener por el momento al mejor, al más capaz, al menos corrupto o al más inteligente y culto como gobernante, no nos da la felicidad como muchos nos lo han hecho creer durante años, pero lo que si garantiza la democracia, es ese poder de decisión que tenemos cada uno en lo particular, poder informarnos de las diferentes trayectorias de las personas que van a llegar a la Cámara de Diputados, a los ayuntamientos, a los Congresos Locales y Gobernaturas que están en juego, tener la posibilidad de organizarnos para que en un ejercicio de conciencia elijamos a quien nos pueda representar los siguientes años y tener los elementos para exigirle cuentas de su actuar.

No hay Democracia sin participación ciudadana, y ésta no se agota con hacer el ejercicio del sufragio cada tres o seis años en el mejor de los casos, podemos ser críticos del gobierno y hacerlo cada día más informados, dejar a un lado la apatía y la queja y retomar la crítica y la información, ser ciudadanos observadores y constructores de los destinos de nuestra nación y el futuro de las generaciones venideras.

No son suficientes los buenos deseos y las cartas firmadas ante notario público, se deben asumir compromisos por parte de los actores políticos que asuman su participación con inteligencia, tolerancia, responsabilidad social y un profundo amor a servir a los demás antes de hacerlo a ellos mismos y sus familias.

Ejerzamos el derecho a Participar políticamente antes de que nos agoten la participación, salgamos a las calles a exigir, pero hagámoslo después de haber ejercido en conciencia las obligaciones que como Ciudadanos tenemos.

Retomemos las raíces profundas de cultura sólida, ejerzamos con madurez nuestras libertades y logremos el cambio profundo y pleno que todos anhelamos en nuestros corazones.

Hagamos el cambio esperado el próximo 7 de junio en las urnas.