29 de enero de 2015

Google México y la protección de datos personales.

De conformidad con el artículo 6 constitucional, inciso A. fracción II: "La información que se refiere a la vida privada y los datos personales será protegida en los términos y con las excepciones que fijen las leyes".
Lo cierto es que los mexicanos poco conocemos de la forma en la que podemos proteger nuestros datos personales. Pero, a partir de la entrada en vigor de la Ley Federal de Protección de Datos Personales en Posesión de los Particulares, dicha protección se vio aún más complicada. Me explico.
Esta ley, de observancia para toda la República Mexicana tiene por objeto la protección de los datos personales en posesión de todos aquellos que no son el gobierno.
Y es que cuando se anuncia un ejemplo, muchos comienzan a concientizar del peligro de dar los datos personales: "Imagínense que van a Elektra a comprar una lavadora para que sea instalada en su casa. El comercio en cuestión tiene la dirección en dónde viven, la información financiera proveniente de su tarjeta de crédito con la que pagaron e incluso, si nos ponemos exigentes (y Elektra lo ofrece) también han entrado a su casa para saber cuántos hijos tienen y el nombre de cada uno de ellos. Se imaginan entonces ¿qué pasaría si algún empleado de Elektra vende ese tipo de información a la competencia?, digamos Muebles Dico. Después reciben en su domicilio publicidad respecto al descuento que tienen las literas para los gemelos." La gente comienza a pensar que, seguramente, algo así les ha pasado por lo menos más de una vez.
¿Cómo es posible que tengan mis datos? Yo completaría: ¿Cómo es posible que tengan nuestros datos personales?
El día de ayer, se celebró el día internacional de protección de datos personales y el Instituto Federal de Acceso a la Información Pública y Protección de Datos, ofreció con bombo y platillo y particular evento en dónde el tema en esencia era conocer los avances que se han realizado en la materia, aquí en México.
No bastó ello, en varios periódicos de circulación nacional, se copió, prácticamente, un comunicado de prensa, emitido el 27 de enero, por el IFAI[1]: Resultaba que, por primera vez y en un hecho sin precedente, este instituto iniciaba un procedimiento de imposición de sanciones contra Google México[2].
Según las notas, y el propio comunicado, resulta que Google México había incurrido en infracciones a la Ley Federal de Protección de Datos Personales en Posesión de Particulares, y por ello el IFAI había resuelto hacer efectivos los derechos de cancelación y oposición al tratamiento de datos personales de un particular.
Finalmente, se afirmaba que con esta resolución, México se unía a los países que sentaban precedentes para señalar a Google como una empresa que debe cuidar (y por el tono de la nota, no lo hacía) los datos personales.
En principio, me emocioné. En realidad estábamos entrando, de la mano del IFAI ante situaciones como las que se viven actualmente en España con el órgano regulador de protección de la privacidad en contra de Google, habíamos entrado al quite en cuestiones como la del derecho al olvido, que puede ser muy significativo en México. La protección de datos personales no debe tomarse tan a la ligera y una empresa tan responsable como Google, debía tomar cuidado con la resolución emitida por el IFAI.
Es más, hasta un amigo ingeniero en informática, me cuestionaba sobre lo que había resuelto el IFAI, puesto que los protocolos de seguridad para la validación, por ejemplo, de tu identidad al hacer login en tu cuenta, llamado GApps no puede ser usado por terceros sin previa autorización; es decir, Google era cuidadoso con los datos personales de sus usuarios.

Dicho lo cual, tenía que ir en busca de la resolución. Basta decir que al cierre de la publicación de esta columna, no la encontré*. 

Como muestra los resultados de la búsqueda del año dos mil quince:



 Tal vez era demasiado pronto para que la resolución anunciada sea de este año, así que a continuación les muestro los resultados de la búsqueda del dos mil catorce: 




Finalmente, las ansias por encontrar alguna certeza, me llevaron a buscar en los registros del año dos mil trece, y aquí les presento el resultado:


Muestra una resolución cuyo responsable es la empresa Google México, S de R.L de C.V.[3]
Dicha resolución corresponde a procedimiento de verificación, en el cual, a través de una queja de un particular, hecha por el mal uso de sus datos personales en el motor de búsqueda de Google, solicitó su oposición y cancelación a la distribución de los datos que arrojaba el buscador. En ese sentido, únicamente el IFAI solicitó a Google manifestarse al respecto, por lo cual a través de una amplia gama de argumentos, se manifestaron respecto a que los motores de búsqueda no son facultad de Google México sino Google Inc., empresa que tiene medidas de seguridad relacionadas con la protección de datos importantes, pero más relevante aún, que son una empresa que resguarda datos personales sin fines de lucro.
Dicho lo cual, el IFAI determinó que, de conformidad con el artículo 2, fracción II de la Ley Federal de Protección de datos personales en posesión de particulares, es vinculante para personas morales o físicas de carácter privado que lleven a cabo el tratamiento de datos personales con excepción de aquellas que lo hacen para el uso exclusivo de personal.
Así, el IFAI determinó que Google Inc., sólo hace recabo de datos personales con la finalidad de "encontrar datos" y dado que no tiene un fin comercial, no se puede determinar su responsabilidad.
Y el asunto quedó archivado como total y definitivamente concluido.
Pero lo más interesante es que la resolución data del 12 de marzo de dos mil catorce, por lo que es firmada por los anteriores comisionados: Sigrid Arzt Colunga, María Elena Pérez-Jaén Zermeño, Gerardo Laveaga Rendón y Ángel Trinidad Zaldívar.

Me parece que a esta altura, la actual conformación del Pleno del IFAI, nos debe mucho más que un discurso político o un evento realizado en todo su esplendor. Nos merecemos certeza jurídica. Lo que lamentablemente no pudo concretarse en este tema. Si bien es cierto que el tema de protección de datos personales es un campo poco explorado, es justamente eso lo que debe de combatir el IFAI ahora, es una labor complicada pero mientras el órgano garante de la protección de datos personales no demuestre que es una autoridad en el tema, mucho se cuestionará después sus facultades para seguir con la defensa y protección de datos personales en posesión de particulares.
Sigo preguntándome, hasta este momento, después de haber hecho el análisis anterior, si es que entonces este actual pleno combatirá este potente argumento, esgrimido como vimos con anterioridad, para entrar de lleno a lo que se supone, anunció en su comunicado de prensa, para un evento llevado a cabo el día de ayer, pero del cual, no existe (aún, quiero aclarar) la resolución que nos permita estudiar sus determinaciones.
Queda esperar.



*Actualización.
Una vez que fue publicada la presente columna, la cuenta de twitter del Instituto Federal de Acceso a la Información y Protección de Datos (IFAI) publicó un vínculo para descargar la resolución[4], además uno de  los funcionarios detalló la siguiente liga para hacer lo propio[5]. Increpé el hecho de que esta última liga estuviera vinculada con el Evento de Protección de Datos Personales, sin embargo ya no hubo mayor comunicación.
Al realizar un análisis de la resolución, puedo destacar lo siguiente:
  •            Se encuentra vinculada con la solicitud de una persona que solicita la oposición a que aparezcan sus datos personales al momento de que se teclea su nombre en el buscador de google. Lo anterior derivado de que los resultados vinculan con diversas notas periodísticas con el nombre de una de sus empresas que buscan denostar su carrera profesional. Además de que aparecen datos de su padre, recientemente fallecido.
  •                    El IFAI argumenta que pese a la gran cantidad de empresas filiales que tiene google, lo cierto es que al tener un buscador llamado "google México" esta empresa tiene que responder por el tratamiento que realiza de los datos personales a los que se allega, aunque no haya emitido esos documentos o archivos en relación con el ciudadano. Sin embargo, dados los argumentos vertidos, se comprueba que Google México trata datos personales.
  •         El IFAI determina que es procedente que el ciudadano ejerza el derecho de oposición y cancelación de los datos personales.
  •             Para todo lo anterior, el IFAI se "apoya" en lo argumentado por el Tribunal de Justicia de la Unión Europea en el caso en contra de google spain (caso C-131/12)[6] sin agregar algún argumento propio y procede a revocar la respuesta de google México al ciudadano por lo que le ordena a éste a llevar a cabo las acciones necesarias para que los datos personales del ciudadano no aparezcan en su motor de búsqueda y tampoco en su base de datos (oposición y cancelación respectivamente), para ello le da un plazo de diez días hábiles a partir de su notificación.
Por lo anterior, es indispensable destacar que urge que el IFAI adquiera más y mejores elementos para argumentar a favor del derecho al olvido. Al menos eso es lo que se espera de un órgano garante protector. Estaremos pendientes del cumplimiento de esta resolución emitida, efectivamente el pasado veintiséis de enero, para dar seguimiento a lo que conteste en su caso Google México.



Especialista en Derecho de la Información y 
maestrante en Derecho por la UNAM.
@lenna_m



[1]http://inicio.ifai.org.mx/Comunicados/Comunicado%20IFAI-009-15.pdf Consultado el 29 de enero de 2015.
[2] Un ejemplo: El Universal. Disponible en: http://www.eluniversal.com.mx/nacion-mexico/2015/ifai-inicia-procedimiento-contra-google-mexico-1072284.html Consultado el 29 de enero de 2015.
[3] Resolución disponible en: http://inicio.ifai.org.mx/pdf/resoluciones/2013/03S%2002-019.pdf Consultada el 29 de enero de 2015.[4] goo.gl/1Yw3wl
[6] Página 34 de la resolución anteriormente citada.

23 de enero de 2015

Las TIC's como herramienta para allegarse, acceder y difundir información

Es sabido que la tecnología siempre ha definido la alfabetización.
Antes de la imprenta, lo que definía la alfabetización era la oralidad, la capacidad para transmitir ideas y pensamientos e información, a través de la voz.

Hoy día, el concepto vuelve a cambiar en un mundo saturado de medios, donde las Tecnologías de la Información y de la Comunicación (en adelante, TIC) son en parte, responsables y protagonistas de la transformación de la sociedad de la información[1] en la que nos hallamos inmersos. Toda nuestra actividad social y cultural está mediatizada por este tipo de tecnologías y los nuevos medios requieren de un nuevo proceso de alfabetización.

Cada vez que aparece una nueva tecnología de la información y la comunicación, acaba modificando la forma en la que se estructura y procesa el pensamiento.

Prueba de ello es el libro; el artefacto cultural que mejor representa la forma de pensamiento secuencial en que hemos sido socializados y educados en la sociedad industrial. La irrupción de la tecnología digital, asociada a la conexión de dispositivos móviles multimedia y el desarrollo de las redes de comunicación ha generado nuevas formas de acceder, construir y comunicar el conocimiento.

Los cambios en las TIC afectan también a los sistemas formales de enseñanza, procedimientos que llegan a cuestionarse en el marco de la Sociedad en Red, definida por un entorno de información abundante, numerosas oportunidades para la interacción social y el aumento de dispositivos personales para la producción de conocimiento. Las nuevas generaciones ya son nativas de estas tecnologías, ejercen una gran capacidad para manejar dispositivos; sin embargo reflejan cierta dificultad para gestionar información de diversa naturaleza o formato, puesto que lo que se busca es poseer experiencias más satisfactorias en torno a sus prácticas digitales, tanto en la evaluación de la credibilidad de la información, en la construcción de su identidad digital o en la gestión de la privacidad.

Es ahí donde la educación formal puede colaborar introduciendo habilidades de competencia digital que ayuden a los jóvenes a desenvolverse y generar sentido del entorno tecnológico pero también social en el que viven. Sin embargo, el lugar en el que se están produciendo los mayores cambios en el terreno de la educación, no son las escuelas ni tampoco lo son las bibliotecas.

Según la UNESCO, el mismo concepto de analfabetismo ha tenido una irremediable transformación a través del tiempo. Al aumentar las exigencias para la sociedad, saber leer y escribir ya no es suficiente. Cuando las TIC irrumpieron en los primeros años noventa del siglo pasado, se empezó a hablar de la necesidad de una alfabetización digital para aprender a utilizar las tecnologías que estaban emergiendo. Desde entonces, la definición de qué se entiende por alfabetización digital, qué competencias requiere y cómo adquirirlas, se ha enfocado principalmente desde dos planos distintos: uno, centrado en el componente más tecnológico y otro, centrado en su aspecto más comunicativo, social y participativo.

Popularmente se ha identificado ser alfabeto digital con saber usar las tecnologías y dispositivos de forma instrumental, identificando este concepto con las competencias tecnológicas o informáticas. Sin embargo, con el tiempo, la definición de alfabetización digital ha dejado de tomarse como relativo a la tecnología para considerar una alfabetización más general, que integra todas las competencias que una persona necesita para desenvolverse de forma eficaz en la Sociedad de la Información.

El concepto se amplia para significar estar alfabetizado en y para la cultura digital. Esta sociedad actual cuenta efectivamente con un componente tecnológico muy fuerte, pero además exige unas formas diferentes de participar, comunicarse y colaborar en la red, características que por otro lado, modifican sustancialmente las llamadas competencias informativas o informacionales.

La alfabetización digital y/o mediática.
Ante este avance continuo y generalizado en el uso de las tecnologías, las redes sociales y la participación y generación de contenidos por parte de los propios ciudadanos, muchas son las voces y los informes que se alzan para señalar que el uso de estas tecnologías no vuelve alfabetos digitales a los internautas.

La explosión de los contenidos generados por los usuarios, que aumenta el número de ideas, opiniones, información de todo tipo, agravan la necesidad, hoy más que nunca, de tener herramientas y filtros que nos ayuden a encontrar, interpretar, organizar y recuperar datos de interés. Esta necesidad es un fiel reflejo del impacto de la tecnología en cada aspecto de nuestra vida. Constituyen evidencias del cambio de naturaleza de la forma en la que nos comunicamos, accedemos a la información, nos conectamos con colegas y amigos, aprendemos e incluso, la forma en la que nos socializamos.

Con el término alfabetización digital mediática se destaca el uso de distintos medios frente a lo puramente textual y se define como la habilidad para acceder, analizar, evaluar y crear diferentes tipos de medio. A esta definición se añaden además y más recientemente, una lista de habilidades relacionadas con los medios sociales, como la naturaleza interactiva de la producción y consumo de medios, en concreto la habilidad para colaborar y participar.

Implica también un cambio en la forma en la que accedemos, analizamos y evaluamos los medios, ya que el internet nos ofrece muchas posibilidades para elegir información, noticias, y entretenimiento, y complica el panorama de los medios digitales con publicidad y tácticas de mercadotecnia.

De su actualidad habla la frecuencia con la que este término aparece en los medios sociales digitales, convirtiéndose en un trending topic en redes sociales como Twitter. En herramientas como Google Trends, podemos ver como el término “media literacy” se ha mantenido por debajo a lo largo de los últimos años, pero superando ya, a otro más consolidado como “information literacy”, y el nuevo “digital literacy”, de muy reciente aparición en el buscador, aparece superando en popularidad a los dos anteriores.

La UNESCO ha optado en los últimos años por evitar el término “digital” y se decanta por utilizar una solución compuesta de los términos “información” y “medios”, uniendo las dos alfabetizaciones en una sola, para impulsar lo que denominan “destrezas y habilidades para la alfabetización crítica, la evaluación y el uso de la información y los medios en la vida profesional y personal”.

¿Qué competencias específicas demanda la sociedad del conocimiento?
Ya avanzábamos qué significaba estar alfabetizados en la sociedad actual y cómo el mismo concepto de analfabetismo ha tenido una irremediable transformación a través del tiempo. No hay que perder de vista que el objetivo de esta competencia era permitir la comunicación efectiva y por lo tanto, implica también la idea de participación en la sociedad.

Podemos decir que la alfabetización mediática busca primordialmente poder comunicarse de forma efectiva, y participar en la sociedad que nos ha tocado vivir, por lo que hay que tener competencias visuales, digitales, mediáticas, informáticas e informacionales.

La forma de acceder y usar la información también ha cambiado drásticamente, los sitios y redes sociales han transformado el proceso de búsqueda de información y la forma y velocidad con la que la generamos y compartimos, independientemente del tiempo y lugar, independientemente del dispositivo.
¿Cómo distingues entre una buena y mala información? ¿Cómo se evalúa la información cuando cualquiera es generador de contenidos?

La capacidad global de publicar que tiene cualquier usuario con conexión a Internet en el Internet social, donde se unen tecnología y usos creativos de la misma, ha dado lugar a una cultura de la remezcla donde los individuos reaccionan y entran en diálogo con la información que reciben a partir de la reinterpretación y reelaboración de los datos, hasta el punto de poner en cuestión temas como la autoría o la propiedad intelectual.

La fusión de fuentes, canales, medios, mensajes y públicos redunda también en que cada vez nos encontremos con más casos de montajes y bulos que circulan a través de los medios con muy diversos objetivos, desde provocar el pensamiento crítico hasta técnicas de mercadotecnia o la simple mentira.

Cada vez resulta más crítico exigirle al ciudadano una actitud de reflexión y una formación en criterios de verificación de la certeza de la información que utiliza, como actitud ante el aprendizaje a lo largo de toda su vida, ya que Internet se ha convertido en un medio tan “natural” que cuanto más se usa más confianza genera y menos se comprueba la fiabilidad de la información que se obtiene, para eso querido lector es necesario formarnos para informarnos debidamente, correctamente, objetivamente y ¿para qué? Estar mejor informados para ser más objetivos, críticos, participativos y vivir de forma consciente, dejar ciudadanos zombie y ser ciudadanos activos.

El hecho de que cualquier persona pueda aportar información u opinión gracias a la facilidad de las nuevas tecnologías sociales en la llamada web 2.0 genera un amplio rechazo entre algunos miembros del sector cultural, debido al supuesto escaso criterio que tienen la mayoría de las personas para contribuir en cualquier proceso de intercambio de conocimiento. Sin embargo, no debemos olvidar, que también se publican cada año miles de artículos en los medios tradicionales con abundante ideología entre líneas, imprecisiones en datos y abundantes errores, sin detenernos en hablar de los conocidos fraudes de la ciencia.

Todas las tecnologías tienen sesgo, incluida el papel, por lo que se deben conocer los intereses comerciales, ideológicos y sociales que se encuentran detrás de cada una de estas herramientas. Las competencias intelectuales necesarias para interactuar con la cultura líquida del Internet social, de forma crítica y reflexiva, deben adquirirse más allá del mero aprendizaje de las herramientas sociales.

Por otro lado, la web 2.0, los sitios y redes sociales, potencian nuevas formas de verificación y validación de la información, basada en gran medida en el poder de la recomendación: número de “Me gusta”, “No me gusta”, valoraciones, etiquetas, retwiteos, votos, seguidores e influenciadores, aportan valor a los contenidos y constituyen auténticos sistemas de validación social en Internet. Los comentarios constituyen una forma de medición cualitativa y el liderazgo, la notoriedad, la transparencia, la fidelidad o la influencia, están llegando a ser considerados indicadores estándar de fiabilidad.

Por ello, por mucho de lo aquí escrito es que es de vital importancia detener un momento nuestro acelarado caminar en el mundo del internet para preguntarnos; ¿estoy bien preparado para informarme en internet?



Especialista en Derecho Público por la Escuela Libre de Derecho,
Maestrante en Derecho de las TIC especializado en Telecomunicaciones por INFOTEc.
Director de la Asociación Latinoamericana de Abogados.
@ofloresf





[1] Para saber más: http://www.revista.unam.mx/vol.5/num8/art50/sep_art50.pdf

8 de enero de 2015

Transparencia con Poder



En nuestro país se prevé el principio de transparencia como una forma de control y apoyo para prevenir la corrupción, de forma que debe estar presente en el uso de los recursos públicos y en los procedimientos de adquisiciones, tan es así que se encuentra contemplado en el artículo 134 de nuestra Carta Magna.

Tal principio tuvo un auge mayor a partir del año 2002 con la publicación de la Ley Federal de Transparencia y Acceso a la Información Pública Gubernamental, y se empezó a materializar con la puesta a disposición de información pública de oficio y con las primeras resoluciones del entonces Instituto Federal de Acceso a la Información (IFAI).

Poco a poco la transparencia empezó a tomar sentido, académicos, investigadores y periodistas incursionaron en los terrenos abiertos, con la finalidad de analizar las instituciones, la toma de decisiones de los servidores públicos y escudriñar en el uso de los recursos públicos que provienen de los impuestos de los ciudadanos que cumplen cabalmente con sus obligaciones.

De tal forma que descubrieron en la transparencia un aliado esencial para la búsqueda de información que sirviera para descubrir el desvío de fondos gubernamentales o actos de corrupción que debían ser ventilados y tratados enérgicamente por la opinión pública. Asimismo, empezó a funcionar como un elemento fundamental del periodismo de investigación, el cual desde mi punto de vista resulta atractivo para quienes tratamos de allegarnos de información clara, oportuna, y sobre todo, veraz.

Así, la transparencia se fue consolidando, y obteniendo un sitio privilegiado en nuestra democracia, pues se constituyó en una pieza del derecho a la información, en instrumento de la rendición de cuentas, clave en el combate a la corrupción y en facilitadora de la participación ciudadana. 

También se constituyó en el hermano incómodo de los servidores públicos que la consideran enemiga de sus propósitos particulares, por lo que tratan de simularla y en el peor de los casos evadirla, incumpliendo con ello la normatividad aplicable, y faltando a principios de ética institucional.

Por supuesto que el título de este artículo lo integré metafóricamente, pues en realidad, quienes se empoderan con la transparencia, son los ciudadanos, es decir, aquellos involucrados en asuntos públicos y que utilizan la transparencia como elemento básico de su participación.

Es un hecho que una sociedad informada difícilmente será engañada, y entre más información conozca, será más proclive a influir en las decisiones importantes de un país.  

Si queremos un cambio en el sistema, en la forma en que se gobierna, y sobre todo, avanzar hacia el desarrollo –no solo económico-, resulta indispensable una cultura de la información, en dónde todos nos ocupemos de estar informados e ir más allá de lo que puedan decirnos los medios de comunicación ¡vamos a las fuentes!, pues los medios también pueden corromperse. 

La historia nos da ejemplos de lo que estoy diciendo, para muestra un botón a finales de los años ochentas, cuando existía la URSS. Previo a su desintegración Mijaíl Gorbachov, estableció una política denominada Glasnost, palabra que en  nuestra lengua podría traducirse como transparencia informativa, la cual evidentemente sirvió para desarrollar la libertad de expresión que no tenían los medios de comunicación de aquel tiempo y lugar. 

La Glasnost -transparencia-, resultó fundamental para el futuro de la Unión Soviética y de su irremediable desintegración, pues sirvió de instrumento para el eje de la reforma de la economía a la política y progresivamente se pasó de la revelación y la reflexión respecto al pasado a una arremetida contra el socialismo, y la negación absoluta de este, hecho que se manifestó en que el asalto al poder no empezó atacando sus centros detentadores de violencia, sino cuestionando sus normas y valores, rompiendo con la legitimidad de su existencia.[1]
 
Problemas del momento como la corrupción, la "herida sangrante" de la guerra de Afganistán, la catástrofe nuclear de Chernobil, la profunda crisis económica… fueron puestos al libre examen de un atónito y, muchas veces indignado, ciudadano soviético. En definitiva, la Glasnost desencadenó un proceso que finalmente se le fue de las manos a Gorbachov y terminó por hacer perder toda su legitimidad al sistema nacido de la revolución de octubre de 1917 y al propio estado soviético.[2]

Esa parte de la historia nos enseña que la transparencia puede ser utilizada como un instrumento efectivo para el cambio político, social, económico y cultural de una nación; sin embargo, el bienestar de un pueblo no depende únicamente de ella, sino de una serie de factores que interrelacionados eficazmente pueden lograr los objetivos planteados. 

En México debemos utilizar lo que las propias leyes reconocen –transparencia y acceso a la información- con la finalidad de lograr cambios que beneficien nuestro entorno, dejando el escepticismo y la desidia que tanto nos afectan.

Resulta importante que infundamos desde la educación básica, la importancia de la participación ciudadana, de la transparencia y el acceso a la información, con la finalidad de que las futuras generaciones, que de por sí nacen con el chip integrado de tecnología, también cuenten con uno que permita cambiar su mentalidad hacia el gobierno y los temas que atañen a la sociedad, participando e interesándose en el bienestar de la nación.



Especialista en Derecho de la Información por el Posgrado de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México.

[1] La Izquierda Latinoamericana a 20 años del derrumbe de la Unión Soviética. Roberto Regalado (Coordinador) pag. 10. Ed. Ocean sur. 
[2] http://www.historiasiglo20.org/GLOS/glasnost.htm