19 de septiembre de 2013

Breve reflexión sobre la necesaria rendición de cuentas frente a desastres naturales


Cuando la gente me pregunta ¿A qué me dedico? Suelo decir que mi vocación es servir a la Transparencia.
La mayoría de mis interlocutores me miran muy raro y por lo regular terminan por decirme que la transparencia en este país es nula y que de nada sirve dedicarse a tan ambiciosa meta. Incluso, algunos más descarados suelen decirme que mejor me dedique a otra cosa porque ese trabajo mío es puro gasto a capricho de los propios gobernantes pero que seguramente ni hago nada.

Entonces, hoy frente a tales argumentos, me detuve a pensar en las razones por las que todos los ciudadanos "de a pie" ya no creen en la transparencia, deben de ser muchas las razones por las que lo hacen y seguramente son de peso, pero eso no me ha impedido que los cuestionamientos sigan surgiendo sin que pueda tener alguna respuesta.

Y ahora que lo pienso, supongo que es porque siempre ven esa palabra en todos los discursos de los políticos y por ende, pierde credibilidad. No alcanzan a admirar los beneficios de la transparencia en su vida diaria. Incluso recuerdo que la Secretaría de la Función Pública haber realizado un esfuerzo descomunal para cambiar esa sensación de lejanía. Lo que bien llamaron: Transparencia Focalizada. Sin embargo ese intento quedó desvalido al no poder tener indicadores eficaces para que el proyecto tuviera una verdadera relevancia.

Sin embargo, la intención ahora, de esta columna, es un poco menos ambiciosa: Es demostrar la importancia de la transparencia en los eventos que el país está atravesando en estos momentos con el embate de las tormentas Ingrid y Manuel. 

Me explico.

Muchas personas han utilizado las redes sociales para alentar (o desanimar) a la donación de víveres, enseres domésticos y artículos de higiene personal para todos los damnificados de más de tres Estados de la República. Situación que se vuelve complicada al momento de reunir todo lo recaudado y llevar a cabo toda una estrategia para que esos paquetes o despensas sean entregados en manos de los que se quedaron sin nada. ¿Qué pasaría si los mexicanos confiáramos lo suficiente en nosotros mismos para sólo donar dinero? Sería más sencillo que la Cruz Roja analizara las verdaderas necesidades e incluso comparando precios, adquiriera los productos más baratos a precio de mayoreo y poder brindar más ayuda de forma aún más equitativa.

Si la Cruz Roja hiciera, justamente, un ejercicio verdadero de actuar con transparencia y rendir cuentas al exponer a los ciudadanos las cifras alcanzadas con la recolección y el desglose de los gastos, la gente confiaría más y las metas serían más amplias.

No paremos en ese ejercicio mental. El uso del Fondo Nacional de Desastres Naturales conocido como FONDEN ha sido muy criticado por sus manejos "en lo oscurito" por los Estados e incluso, por el Gobierno Federal.

Tenemos incluso el caso del ex gobernador de Tabasco, en el cual, el coordinador general de Protección Civil de la SEGOB ordenó una revisión a los recursos destinados a dicho estado, derivado del mal manejo del Fondo, mismo que, presumiblemente, fue desviado.

Sin embargo los ejemplos no paran ahí, ya que la Auditoría Superior de la Federación ha comunicado la falta de comprobación en varios miles de pesos que la Secretaría de Hacienda y Crédito Público entregó a diversos estados a cuenta de este fondo para la rehabilitación de infraestructura dañada por huracanes que atacaron la República Mexicana entre los años 2009 y 2010.[1]

¿Cómo podemos confiar sin transparencia?
Vale la pena, entonces la reflexión. Bienvenidos sus comentarios al respecto.

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