8 de enero de 2015

Transparencia con Poder



En nuestro país se prevé el principio de transparencia como una forma de control y apoyo para prevenir la corrupción, de forma que debe estar presente en el uso de los recursos públicos y en los procedimientos de adquisiciones, tan es así que se encuentra contemplado en el artículo 134 de nuestra Carta Magna.

Tal principio tuvo un auge mayor a partir del año 2002 con la publicación de la Ley Federal de Transparencia y Acceso a la Información Pública Gubernamental, y se empezó a materializar con la puesta a disposición de información pública de oficio y con las primeras resoluciones del entonces Instituto Federal de Acceso a la Información (IFAI).

Poco a poco la transparencia empezó a tomar sentido, académicos, investigadores y periodistas incursionaron en los terrenos abiertos, con la finalidad de analizar las instituciones, la toma de decisiones de los servidores públicos y escudriñar en el uso de los recursos públicos que provienen de los impuestos de los ciudadanos que cumplen cabalmente con sus obligaciones.

De tal forma que descubrieron en la transparencia un aliado esencial para la búsqueda de información que sirviera para descubrir el desvío de fondos gubernamentales o actos de corrupción que debían ser ventilados y tratados enérgicamente por la opinión pública. Asimismo, empezó a funcionar como un elemento fundamental del periodismo de investigación, el cual desde mi punto de vista resulta atractivo para quienes tratamos de allegarnos de información clara, oportuna, y sobre todo, veraz.

Así, la transparencia se fue consolidando, y obteniendo un sitio privilegiado en nuestra democracia, pues se constituyó en una pieza del derecho a la información, en instrumento de la rendición de cuentas, clave en el combate a la corrupción y en facilitadora de la participación ciudadana. 

También se constituyó en el hermano incómodo de los servidores públicos que la consideran enemiga de sus propósitos particulares, por lo que tratan de simularla y en el peor de los casos evadirla, incumpliendo con ello la normatividad aplicable, y faltando a principios de ética institucional.

Por supuesto que el título de este artículo lo integré metafóricamente, pues en realidad, quienes se empoderan con la transparencia, son los ciudadanos, es decir, aquellos involucrados en asuntos públicos y que utilizan la transparencia como elemento básico de su participación.

Es un hecho que una sociedad informada difícilmente será engañada, y entre más información conozca, será más proclive a influir en las decisiones importantes de un país.  

Si queremos un cambio en el sistema, en la forma en que se gobierna, y sobre todo, avanzar hacia el desarrollo –no solo económico-, resulta indispensable una cultura de la información, en dónde todos nos ocupemos de estar informados e ir más allá de lo que puedan decirnos los medios de comunicación ¡vamos a las fuentes!, pues los medios también pueden corromperse. 

La historia nos da ejemplos de lo que estoy diciendo, para muestra un botón a finales de los años ochentas, cuando existía la URSS. Previo a su desintegración Mijaíl Gorbachov, estableció una política denominada Glasnost, palabra que en  nuestra lengua podría traducirse como transparencia informativa, la cual evidentemente sirvió para desarrollar la libertad de expresión que no tenían los medios de comunicación de aquel tiempo y lugar. 

La Glasnost -transparencia-, resultó fundamental para el futuro de la Unión Soviética y de su irremediable desintegración, pues sirvió de instrumento para el eje de la reforma de la economía a la política y progresivamente se pasó de la revelación y la reflexión respecto al pasado a una arremetida contra el socialismo, y la negación absoluta de este, hecho que se manifestó en que el asalto al poder no empezó atacando sus centros detentadores de violencia, sino cuestionando sus normas y valores, rompiendo con la legitimidad de su existencia.[1]
 
Problemas del momento como la corrupción, la "herida sangrante" de la guerra de Afganistán, la catástrofe nuclear de Chernobil, la profunda crisis económica… fueron puestos al libre examen de un atónito y, muchas veces indignado, ciudadano soviético. En definitiva, la Glasnost desencadenó un proceso que finalmente se le fue de las manos a Gorbachov y terminó por hacer perder toda su legitimidad al sistema nacido de la revolución de octubre de 1917 y al propio estado soviético.[2]

Esa parte de la historia nos enseña que la transparencia puede ser utilizada como un instrumento efectivo para el cambio político, social, económico y cultural de una nación; sin embargo, el bienestar de un pueblo no depende únicamente de ella, sino de una serie de factores que interrelacionados eficazmente pueden lograr los objetivos planteados. 

En México debemos utilizar lo que las propias leyes reconocen –transparencia y acceso a la información- con la finalidad de lograr cambios que beneficien nuestro entorno, dejando el escepticismo y la desidia que tanto nos afectan.

Resulta importante que infundamos desde la educación básica, la importancia de la participación ciudadana, de la transparencia y el acceso a la información, con la finalidad de que las futuras generaciones, que de por sí nacen con el chip integrado de tecnología, también cuenten con uno que permita cambiar su mentalidad hacia el gobierno y los temas que atañen a la sociedad, participando e interesándose en el bienestar de la nación.



Especialista en Derecho de la Información por el Posgrado de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México.

[1] La Izquierda Latinoamericana a 20 años del derrumbe de la Unión Soviética. Roberto Regalado (Coordinador) pag. 10. Ed. Ocean sur. 
[2] http://www.historiasiglo20.org/GLOS/glasnost.htm

No hay comentarios.:

Publicar un comentario