17 de abril de 2014

La comunicación social como una herramienta de la transparencia.

Para hablar de transparencia, prefiero empezar siempre hablando del derecho a la información, pues aquella es sólo una variante del universo de éste. A estas alturas ya nos queda a todos más o menos claro que la transparencia es más bien una política pública para, l en una de sus variantes, ejercer el derecho humano a la información.
Para una persona, para un ciudadano, la información es fundamental, pues es uno de los principales insumos para ejercer esa ciudadanía. Una de esos tipos de información que tan valiosos son al ciudadano, es la información de los entes públicos, no me refiero esta vez a la información propia de la gestión pública, es decir, aquella relacionada con su presupuesto, su ejercicio o la relativa a sus funcionarios, sino a la información que genera, emplea, procesa y produce como sujeto de derecho público.
En México, casi desde siempre en su historia moderna, pongamos el porfiriato como referente cercano, la información que genera el gobierno y los entes públicos sobre su quehacer, su llamada comunicación social o comunicación gubernamental, se ha caracterizado por ser propagandística, por ser mercadológicamente tendiente a, posicionar en el gusto del público (los votantes; los que ya votaron o hay que convencer para votar, o a quienes los entes públicos tienen que informar).
Lo anterior ha sido así, tanto que se tuvo que reformar el artículo 137 de la Constitución para precisar en su penúltimo párrafo lo siguiente:
“La propaganda, bajo cualquier modalidad de comunicación social, que difundan como tales, los poderes públicos, los órganos autónomos, las dependencias y entidades de la administración pública y cualquier otro ente de los tres órdenes de gobierno, deberá tener carácter institucional y fines informativos, educativos o de orientación social. En ningún caso esta propaganda incluirá nombres, imágenes, voces o símbolos que impliquen promoción personalizada de cualquier servidor público.”
De esta suerte, tenemos que hemos cometido históricamente un grave error, hemos concebido que la comunicación social o gubernamental es una forma de propaganda, es decir, basada en slogans, estribillos o frases pegajosas, imágenes fáciles, de recordar, estilos de personas o personas con estilo que puedan gustar al ciudadano, que puedan parecerles honestos, pero hemos dejado de lado la función primordial de este tipo de comunicación; la comunicación gubernamental sirve para formar al ciudadano, no para hacer propaganda de sus funcionarios, o en el mejor de los casos, de las propias instituciones.
No requerimos un estudio demasiado profundo o histórico, basta con recordar cuantas frases o slogan, cuantos estribillos de campañas de comunicación del gobierno recordamos, frente a cuántos ejercicios reales de comunicación gubernamental tenemos presente, saber si recordamos alguno en el que se nos informará sobre las actividades de una institución, de sus logros en la gestión, de cómo su labor mejora nuestra vida como ciudadanos, pero no es así, nos será más fácil recordar cuántas estrellas de televisión fueron contratadas para presentar de forma más amable esos vacuos mensajes.
Es por ello que considero que la comunicación gubernamental en México tiene un gran futuro en México, un futuro en el que deberá alejarse de estos pésimos ejemplos que marcan su pasado, pero que le brindan la gran oportunidad por delante de cumplir su verdadera función de informadora y formadora de opinión entre la ciudadanía. Así esta forma de comunicación será una herramienta, junto con la transparencia, que harán más efectivo del derecho a la información entre los mexicanos.

Óscar Flores Flores
Especialista en Derecho Público por la Escuela Libre de Derecho,
Maestrante en Derecho de las TIC especializado en Telecomunicaciones por INFOTEc.
Director de la Asociación Latinoamericana de Abogados.

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