26 de febrero de 2015

¿Dónde está la transparencia?

           Han sido muchos los beneficios de la transparencia en los gobiernos que la han implementado; con ella, tenemos en la mira las actuaciones de nuestros representantes y servidores públicos, así como el uso y destino de los recursos que ocupan para el ejercicio de sus funciones, dinero que proviene de la recaudación de contribuciones a gran escala.


La transparencia aplicada como principio y necesidad, se halla en diferentes ámbitos de la vida cotidiana, por ejemplo: si una persona habita en un condominio, debe de saber que existen autoridades que los vecinos han elegido, con la finalidad de llevar a cabo actos de administración, lo cual implica que pueden recaudar dinero para la remodelación de espacios comunes, convocar reuniones para que los condóminos decidan en qué se deben invertir tales recursos y materializar la toma de decisiones.


Seguramente todos esos actos están normados en algún reglamento interno, pues se requiere de una norma que permita la armonía vecinal y una mejor calidad de vida en el inmueble.


Es evidente que las acciones que ejecutan los administradores, deben ser ventiladas. Tales servidores del inmueble tienen la obligación de transparentar sus actos y rendir cuentas a aquellos que les han depositado su confianza. Por lo tanto, la transparencia está presente como medida preventiva de actos deshonestos que podrían generar conflictos vecinales interminables.


Pensemos en ese mismo espacio, pero dimensionándolo a cuestiones de seguridad. Todo condominio, o por lo menos la mayoría, contrata los servicios de una empresa para proteger las instalaciones, vigilar el inmueble y evitar la comisión de conductas delictivas. Sería inconcebible que ante una serie de sucesos que han modificado la estabilidad del lugar, los elementos de seguridad enmudecieran ante los vecinos y no informaran la magnitud de los acontecimientos por el simple hecho de temer que sean vistos como ineficientes en las tareas encomendadas.


En ese caso, la transparencia es fundamental, los individuos tienen derecho a conocer y exigir a quienes han encargado una tarea de suma importancia para la comunidad, un informe sobre los actos que ocurren en el inmueble o a sus alrededores y que pueden poner en peligro la estabilidad del lugar y la de sus habitantes.

Siguiente ejemplo: en las escuelas públicas y privadas los profesores solicitan una enorme lista de materiales que serán utilizados a lo largo del ciclo escolar por sus pupilos, entre libretas y libros, tijeras y crayolas, etc., seguramente los padres de familia gastan una cantidad considerable de su salario, por lo que algunos optan por ahorrar meses antes del inicio de clases, para hacer frente a sus obligaciones, otros, hasta recurren a préstamos que ahorcan su economía.


Seguramente los alumnos de educación básica —primaria y secundaria— se dan cuenta de la manera en que se va agotando su material de trabajo, la forma en la que lo desperdician o en la que lo aprovechan. Pero, ¿Qué sucede con los pequeños de nivel preescolar?, para ellos la escuela es un juego, no están conscientes del esfuerzo que han realizado sus progenitores, ni mucho menos si los profesores están haciendo un buen uso de sus bienes, para ello, se debe invocar a la transparencia y rendición de cuentas, exigiendo que las autoridades escolares informen el modo en que se están agotando los útiles, pues no sería nada grato que alguna profesora sin vocación y ética profesional, extrajera bienes ajenos para surtir su pequeña papelería que atiende por las tardes.


Aún más relevante, los directores de las escuelas deberían publicar una lista de los profesores con mayor puntualidad, para distinguirlos de aquéllos con el mayor número de faltas, o bien, de los que no han aprobado evaluaciones de conocimientos. Eso ¡lo podemos exigir!, partiendo del interés que tenemos sobre la educación de las nuevas generaciones.


¿Se dan cuenta?, la transparencia debe estar en los lugares que requieren ser ventilados para mejorar su funcionamiento y para generar la confianza necesaria, pues en este segundo ejemplo, no se está encargando un objeto material, sino la vida y educación de seres humanos.

Para potencializar la transparencia en la vida cotidiana, quisiera poner un tercer y último ejemplo. Según datos del Instituto Nacional de Geografía y Estadística (INEGI)[1], 17 de cada 100 personas en el mundo son católicas; en el continente americano son 63. En México 92.9 millones son católicos, según registros del 2010, los cuales representan 82.7% del total de la población. 7.5% son protestantes o evangélicos; 2.4% tienen otra religión.


Eso quiere decir que en nuestro país la mayor parte de la población profesa alguna religión, imperando la católica de forma arrasadora. La mayoría de las religiones se sostienen con dinero proporcionado por los feligreses a través de limosnas y diezmos que aportan para las mejoras de los templos e iglesias, para apoyar a grupos necesitados, para el sostén de sacerdotes, pastores o cualquier otra acepción.


Imaginemos la cantidad de recursos que podría tener la iglesia católica en México si cada uno de sus fieles aportara en cada celebración dominical cinco pesos, ahora, hagamos lo mismo en otros países como España, Italia, Francia y Brasil, ¿Es mucho dinero el que podría tener el Vaticano, verdad?


Si bien es cierto que la religión es una cuestión de FE, la cual los creyentes no deben discutir, sino simplemente creer, el dinero es terrenal y la organización de los sitios de culto también, por lo que los individuos pueden apelar a la transparencia para fortalecer las instituciones clericales y evitar conductas delictivas.

Existen entes religiosos que ya están considerando la transparencia, tal es el caso de la Santa Sede, la cual constituye una monarquía absoluta que recae en el Sumo Pontífice —mejor conocido como Papa—, que tiene plenos poderes legislativo, ejecutivo y judicial. Si bien el Estado del Vaticano no es una democracia, está aplicando destellos de transparencia, pues en su página de internet http://w2.vatican.va/content/vatican/es.html, publica las decisiones que ha tomado el Sumo Pontífice, su organigrama, así como la normatividad que rige a sus órganos de Estado.


Claro, la transparencia debería ir más allá, informando las cantidades de dinero que ingresan a las arcas Vaticanas, así como el destino de las mismas. De igual forma, debería existir más escrutinio público en los procedimientos que están llevando a cabo los tribunales canónicos por acusaciones de pederastia y malversación de fondos.


Posiblemente eso pueda cambiar, recientemente escuché que el Papa solicitó más transparencia para quienes administran los fondos de la Santa Sede. No solo él debería exigirla, sino todos los fieles que han puesto su confianza en la Iglesia Católica.


De esa manera no se tendría que recurrir a otros medios para obtener información importante para los creyentes, como el caso del periódico italiano l'Espresso, que haciendo uso del Vatileaks, ha informado que publicará documentos reservados por el Vaticano en los que cardenales discuten agresivamente la gestión del poder y los negocios millonarios, específicamente en contra de George Pell, el nuevo zar de las finanzas nombrado por Bergoglio.[2]


En fin, la transparencia puede estar en diversos ámbitos de la vida diaria, tal vez la aplicamos y recurrimos a ella de manera consuetudinaria sin saber que podemos utilizarla a “gran escala”, es decir, para influir en asuntos públicos, para escudriñar en el gobierno, para exigir rendición de cuentas y castigo a quienes han hecho mal uso de sus funciones y del dinero ajeno.


Exigir transparencia a los entes públicos, es una tarea que debemos hacer, pues como en los ejemplos expuestos, con ella, podemos ayudar a mejorar las instituciones y a fortalecer la confianza que hemos depositado en los servidores públicos.


Más que un principio de ética, la transparencia es un compromiso de quienes han recibido una encomienda de los ciudadanos, y más allá, un derecho que deben reconocer las constituciones y que debemos exigir y utilizar para nuestro beneficio.


—Sólo cite tres ejemplos, pero como esos hay muchos que me llegan a la mente y seguramente a ustedes también—.



Especialista en Derecho de la Información por el Posgrado de la Facultad de Derecho de la 
Universidad Nacional Autónoma de México.








[1] http://www.inegi.org.mx/prod_serv/contenidos/espanol/bvinegi/productos/integracion/pais/mexcon/folleto_nacional_pliegos_baja.pdf

[2] http://espresso.repubblica.it/inchieste/2015/02/26/news/vaticano-e-guerra-per-il-tesoro-1.201430?ref=fbpe

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