23 de enero de 2015

Las TIC's como herramienta para allegarse, acceder y difundir información

Es sabido que la tecnología siempre ha definido la alfabetización.
Antes de la imprenta, lo que definía la alfabetización era la oralidad, la capacidad para transmitir ideas y pensamientos e información, a través de la voz.

Hoy día, el concepto vuelve a cambiar en un mundo saturado de medios, donde las Tecnologías de la Información y de la Comunicación (en adelante, TIC) son en parte, responsables y protagonistas de la transformación de la sociedad de la información[1] en la que nos hallamos inmersos. Toda nuestra actividad social y cultural está mediatizada por este tipo de tecnologías y los nuevos medios requieren de un nuevo proceso de alfabetización.

Cada vez que aparece una nueva tecnología de la información y la comunicación, acaba modificando la forma en la que se estructura y procesa el pensamiento.

Prueba de ello es el libro; el artefacto cultural que mejor representa la forma de pensamiento secuencial en que hemos sido socializados y educados en la sociedad industrial. La irrupción de la tecnología digital, asociada a la conexión de dispositivos móviles multimedia y el desarrollo de las redes de comunicación ha generado nuevas formas de acceder, construir y comunicar el conocimiento.

Los cambios en las TIC afectan también a los sistemas formales de enseñanza, procedimientos que llegan a cuestionarse en el marco de la Sociedad en Red, definida por un entorno de información abundante, numerosas oportunidades para la interacción social y el aumento de dispositivos personales para la producción de conocimiento. Las nuevas generaciones ya son nativas de estas tecnologías, ejercen una gran capacidad para manejar dispositivos; sin embargo reflejan cierta dificultad para gestionar información de diversa naturaleza o formato, puesto que lo que se busca es poseer experiencias más satisfactorias en torno a sus prácticas digitales, tanto en la evaluación de la credibilidad de la información, en la construcción de su identidad digital o en la gestión de la privacidad.

Es ahí donde la educación formal puede colaborar introduciendo habilidades de competencia digital que ayuden a los jóvenes a desenvolverse y generar sentido del entorno tecnológico pero también social en el que viven. Sin embargo, el lugar en el que se están produciendo los mayores cambios en el terreno de la educación, no son las escuelas ni tampoco lo son las bibliotecas.

Según la UNESCO, el mismo concepto de analfabetismo ha tenido una irremediable transformación a través del tiempo. Al aumentar las exigencias para la sociedad, saber leer y escribir ya no es suficiente. Cuando las TIC irrumpieron en los primeros años noventa del siglo pasado, se empezó a hablar de la necesidad de una alfabetización digital para aprender a utilizar las tecnologías que estaban emergiendo. Desde entonces, la definición de qué se entiende por alfabetización digital, qué competencias requiere y cómo adquirirlas, se ha enfocado principalmente desde dos planos distintos: uno, centrado en el componente más tecnológico y otro, centrado en su aspecto más comunicativo, social y participativo.

Popularmente se ha identificado ser alfabeto digital con saber usar las tecnologías y dispositivos de forma instrumental, identificando este concepto con las competencias tecnológicas o informáticas. Sin embargo, con el tiempo, la definición de alfabetización digital ha dejado de tomarse como relativo a la tecnología para considerar una alfabetización más general, que integra todas las competencias que una persona necesita para desenvolverse de forma eficaz en la Sociedad de la Información.

El concepto se amplia para significar estar alfabetizado en y para la cultura digital. Esta sociedad actual cuenta efectivamente con un componente tecnológico muy fuerte, pero además exige unas formas diferentes de participar, comunicarse y colaborar en la red, características que por otro lado, modifican sustancialmente las llamadas competencias informativas o informacionales.

La alfabetización digital y/o mediática.
Ante este avance continuo y generalizado en el uso de las tecnologías, las redes sociales y la participación y generación de contenidos por parte de los propios ciudadanos, muchas son las voces y los informes que se alzan para señalar que el uso de estas tecnologías no vuelve alfabetos digitales a los internautas.

La explosión de los contenidos generados por los usuarios, que aumenta el número de ideas, opiniones, información de todo tipo, agravan la necesidad, hoy más que nunca, de tener herramientas y filtros que nos ayuden a encontrar, interpretar, organizar y recuperar datos de interés. Esta necesidad es un fiel reflejo del impacto de la tecnología en cada aspecto de nuestra vida. Constituyen evidencias del cambio de naturaleza de la forma en la que nos comunicamos, accedemos a la información, nos conectamos con colegas y amigos, aprendemos e incluso, la forma en la que nos socializamos.

Con el término alfabetización digital mediática se destaca el uso de distintos medios frente a lo puramente textual y se define como la habilidad para acceder, analizar, evaluar y crear diferentes tipos de medio. A esta definición se añaden además y más recientemente, una lista de habilidades relacionadas con los medios sociales, como la naturaleza interactiva de la producción y consumo de medios, en concreto la habilidad para colaborar y participar.

Implica también un cambio en la forma en la que accedemos, analizamos y evaluamos los medios, ya que el internet nos ofrece muchas posibilidades para elegir información, noticias, y entretenimiento, y complica el panorama de los medios digitales con publicidad y tácticas de mercadotecnia.

De su actualidad habla la frecuencia con la que este término aparece en los medios sociales digitales, convirtiéndose en un trending topic en redes sociales como Twitter. En herramientas como Google Trends, podemos ver como el término “media literacy” se ha mantenido por debajo a lo largo de los últimos años, pero superando ya, a otro más consolidado como “information literacy”, y el nuevo “digital literacy”, de muy reciente aparición en el buscador, aparece superando en popularidad a los dos anteriores.

La UNESCO ha optado en los últimos años por evitar el término “digital” y se decanta por utilizar una solución compuesta de los términos “información” y “medios”, uniendo las dos alfabetizaciones en una sola, para impulsar lo que denominan “destrezas y habilidades para la alfabetización crítica, la evaluación y el uso de la información y los medios en la vida profesional y personal”.

¿Qué competencias específicas demanda la sociedad del conocimiento?
Ya avanzábamos qué significaba estar alfabetizados en la sociedad actual y cómo el mismo concepto de analfabetismo ha tenido una irremediable transformación a través del tiempo. No hay que perder de vista que el objetivo de esta competencia era permitir la comunicación efectiva y por lo tanto, implica también la idea de participación en la sociedad.

Podemos decir que la alfabetización mediática busca primordialmente poder comunicarse de forma efectiva, y participar en la sociedad que nos ha tocado vivir, por lo que hay que tener competencias visuales, digitales, mediáticas, informáticas e informacionales.

La forma de acceder y usar la información también ha cambiado drásticamente, los sitios y redes sociales han transformado el proceso de búsqueda de información y la forma y velocidad con la que la generamos y compartimos, independientemente del tiempo y lugar, independientemente del dispositivo.
¿Cómo distingues entre una buena y mala información? ¿Cómo se evalúa la información cuando cualquiera es generador de contenidos?

La capacidad global de publicar que tiene cualquier usuario con conexión a Internet en el Internet social, donde se unen tecnología y usos creativos de la misma, ha dado lugar a una cultura de la remezcla donde los individuos reaccionan y entran en diálogo con la información que reciben a partir de la reinterpretación y reelaboración de los datos, hasta el punto de poner en cuestión temas como la autoría o la propiedad intelectual.

La fusión de fuentes, canales, medios, mensajes y públicos redunda también en que cada vez nos encontremos con más casos de montajes y bulos que circulan a través de los medios con muy diversos objetivos, desde provocar el pensamiento crítico hasta técnicas de mercadotecnia o la simple mentira.

Cada vez resulta más crítico exigirle al ciudadano una actitud de reflexión y una formación en criterios de verificación de la certeza de la información que utiliza, como actitud ante el aprendizaje a lo largo de toda su vida, ya que Internet se ha convertido en un medio tan “natural” que cuanto más se usa más confianza genera y menos se comprueba la fiabilidad de la información que se obtiene, para eso querido lector es necesario formarnos para informarnos debidamente, correctamente, objetivamente y ¿para qué? Estar mejor informados para ser más objetivos, críticos, participativos y vivir de forma consciente, dejar ciudadanos zombie y ser ciudadanos activos.

El hecho de que cualquier persona pueda aportar información u opinión gracias a la facilidad de las nuevas tecnologías sociales en la llamada web 2.0 genera un amplio rechazo entre algunos miembros del sector cultural, debido al supuesto escaso criterio que tienen la mayoría de las personas para contribuir en cualquier proceso de intercambio de conocimiento. Sin embargo, no debemos olvidar, que también se publican cada año miles de artículos en los medios tradicionales con abundante ideología entre líneas, imprecisiones en datos y abundantes errores, sin detenernos en hablar de los conocidos fraudes de la ciencia.

Todas las tecnologías tienen sesgo, incluida el papel, por lo que se deben conocer los intereses comerciales, ideológicos y sociales que se encuentran detrás de cada una de estas herramientas. Las competencias intelectuales necesarias para interactuar con la cultura líquida del Internet social, de forma crítica y reflexiva, deben adquirirse más allá del mero aprendizaje de las herramientas sociales.

Por otro lado, la web 2.0, los sitios y redes sociales, potencian nuevas formas de verificación y validación de la información, basada en gran medida en el poder de la recomendación: número de “Me gusta”, “No me gusta”, valoraciones, etiquetas, retwiteos, votos, seguidores e influenciadores, aportan valor a los contenidos y constituyen auténticos sistemas de validación social en Internet. Los comentarios constituyen una forma de medición cualitativa y el liderazgo, la notoriedad, la transparencia, la fidelidad o la influencia, están llegando a ser considerados indicadores estándar de fiabilidad.

Por ello, por mucho de lo aquí escrito es que es de vital importancia detener un momento nuestro acelarado caminar en el mundo del internet para preguntarnos; ¿estoy bien preparado para informarme en internet?



Especialista en Derecho Público por la Escuela Libre de Derecho,
Maestrante en Derecho de las TIC especializado en Telecomunicaciones por INFOTEc.
Director de la Asociación Latinoamericana de Abogados.
@ofloresf





[1] Para saber más: http://www.revista.unam.mx/vol.5/num8/art50/sep_art50.pdf

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