Han sido muchos los beneficios de la transparencia en los
gobiernos que la han implementado; con ella, tenemos en la mira las actuaciones
de nuestros representantes y servidores públicos, así como el uso y destino de
los recursos que ocupan para el ejercicio de sus funciones, dinero que
proviene de la recaudación de contribuciones a gran escala.
La transparencia aplicada
como principio y necesidad, se halla en diferentes ámbitos de la vida
cotidiana, por ejemplo: si una persona habita en un condominio, debe de saber
que existen autoridades que los vecinos han elegido, con la finalidad de llevar
a cabo actos de administración, lo cual implica que pueden recaudar dinero para
la remodelación de espacios comunes, convocar reuniones para que los condóminos
decidan en qué se deben invertir tales recursos y materializar la toma de
decisiones.
Seguramente todos esos actos
están normados en algún reglamento interno, pues se requiere de una norma que
permita la armonía vecinal y una mejor calidad de vida en el inmueble.
Es evidente que las acciones
que ejecutan los administradores, deben ser ventiladas. Tales servidores del
inmueble tienen la obligación de transparentar sus actos y rendir cuentas a
aquellos que les han depositado su confianza. Por lo tanto, la transparencia
está presente como medida preventiva de actos deshonestos que podrían generar
conflictos vecinales interminables.
Pensemos en ese mismo
espacio, pero dimensionándolo a cuestiones de seguridad. Todo condominio, o por
lo menos la mayoría, contrata los servicios de una empresa para proteger las
instalaciones, vigilar el inmueble y evitar la comisión de conductas
delictivas. Sería inconcebible que ante una serie de sucesos que han modificado
la estabilidad del lugar, los elementos de seguridad enmudecieran ante los
vecinos y no informaran la magnitud de los acontecimientos por el simple hecho de temer
que sean vistos como ineficientes en las tareas encomendadas.
En ese caso, la transparencia
es fundamental, los individuos tienen derecho a conocer y exigir a quienes han
encargado una tarea de suma importancia para la comunidad, un informe sobre los
actos que ocurren en el inmueble o a sus alrededores y que pueden poner en
peligro la estabilidad del lugar y la de sus habitantes.
Siguiente ejemplo: en las
escuelas públicas y privadas los profesores solicitan una enorme lista de
materiales que serán utilizados a lo largo del ciclo escolar por sus pupilos,
entre libretas y libros, tijeras y crayolas, etc., seguramente los padres de
familia gastan una cantidad considerable de su salario, por lo que algunos
optan por ahorrar meses antes del inicio de clases, para hacer frente a
sus obligaciones, otros, hasta recurren a préstamos que ahorcan su economía.
Seguramente los alumnos de
educación básica —primaria y secundaria— se dan cuenta de la manera en que se
va agotando su material de trabajo, la forma en la que lo desperdician o en la
que lo aprovechan. Pero, ¿Qué sucede con los pequeños de nivel preescolar?, para
ellos la escuela es un juego, no están conscientes del esfuerzo que han
realizado sus progenitores, ni mucho menos si los profesores están haciendo un
buen uso de sus bienes, para ello, se debe invocar a la transparencia y
rendición de cuentas, exigiendo que las autoridades escolares informen el modo
en que se están agotando los útiles, pues no sería nada grato que alguna
profesora sin vocación y ética profesional, extrajera bienes ajenos para surtir
su pequeña papelería que atiende por las tardes.
Aún más relevante, los
directores de las escuelas deberían publicar una lista de los profesores con
mayor puntualidad, para distinguirlos de aquéllos con el mayor número de
faltas, o bien, de los que no han aprobado evaluaciones de conocimientos. Eso
¡lo podemos exigir!, partiendo del interés que tenemos sobre la educación de
las nuevas generaciones.
¿Se dan cuenta?, la
transparencia debe estar en los lugares que requieren ser ventilados para
mejorar su funcionamiento y para generar la confianza necesaria, pues en este
segundo ejemplo, no se está encargando un objeto material, sino la vida y
educación de seres humanos.
Para potencializar la
transparencia en la vida cotidiana, quisiera poner un tercer y último ejemplo.
Según datos del Instituto Nacional de Geografía y Estadística (INEGI)[1], 17 de
cada 100 personas en el mundo son católicas; en el continente americano son 63.
En México 92.9 millones son católicos, según registros del 2010, los cuales
representan 82.7% del total de la población. 7.5% son protestantes o
evangélicos; 2.4% tienen otra religión.
Eso quiere decir que en
nuestro país la mayor parte de la población profesa alguna religión, imperando
la católica de forma arrasadora. La mayoría de las religiones se sostienen con
dinero proporcionado por los feligreses a través de limosnas y diezmos que
aportan para las mejoras de los templos e iglesias, para apoyar a grupos
necesitados, para el sostén de sacerdotes, pastores o cualquier otra acepción.
Imaginemos la cantidad de
recursos que podría tener la iglesia católica en México si cada uno de sus
fieles aportara en cada celebración dominical cinco pesos, ahora, hagamos lo
mismo en otros países como España, Italia, Francia y Brasil, ¿Es mucho dinero el
que podría tener el Vaticano, verdad?
Si bien es cierto que la
religión es una cuestión de FE, la cual los creyentes no deben discutir, sino
simplemente creer, el dinero es terrenal y la organización de los sitios de
culto también, por lo que los individuos pueden apelar a la transparencia para
fortalecer las instituciones clericales y evitar conductas delictivas.
Existen entes religiosos que
ya están considerando la transparencia, tal es el caso de la Santa Sede, la
cual constituye una monarquía absoluta que recae en el Sumo Pontífice —mejor
conocido como Papa—, que tiene plenos poderes legislativo, ejecutivo y
judicial. Si bien el Estado del Vaticano no es una democracia, está aplicando destellos de transparencia, pues en su página de
internet http://w2.vatican.va/content/vatican/es.html, publica las decisiones que
ha tomado el Sumo Pontífice, su organigrama, así como la normatividad que rige
a sus órganos de Estado.
Claro, la transparencia
debería ir más allá, informando las cantidades de dinero que ingresan a las
arcas Vaticanas, así como el destino de las mismas. De igual forma, debería
existir más escrutinio público en los procedimientos que están llevando a cabo
los tribunales canónicos por acusaciones de pederastia y malversación de fondos.
Posiblemente eso pueda
cambiar, recientemente escuché que el Papa solicitó más transparencia para
quienes administran los fondos de la Santa Sede. No solo él debería exigirla,
sino todos los fieles que han puesto su confianza en la Iglesia Católica.
De esa manera no se tendría
que recurrir a otros medios para obtener información importante para los
creyentes, como el caso del periódico italiano l'Espresso, que haciendo uso del Vatileaks, ha informado que publicará documentos reservados por el
Vaticano en los que cardenales discuten agresivamente la gestión del poder y
los negocios millonarios, específicamente en contra de George Pell, el nuevo
zar de las finanzas nombrado por Bergoglio.[2]
En fin, la transparencia
puede estar en diversos ámbitos de la vida diaria, tal vez la aplicamos y
recurrimos a ella de manera consuetudinaria sin saber que podemos utilizarla a
“gran escala”, es decir, para influir en asuntos públicos, para escudriñar en
el gobierno, para exigir rendición de cuentas y castigo a quienes han hecho mal
uso de sus funciones y del dinero ajeno.
Exigir transparencia a los
entes públicos, es una tarea que debemos hacer, pues como en los ejemplos expuestos,
con ella, podemos ayudar a mejorar las instituciones y a fortalecer la
confianza que hemos depositado en los servidores públicos.
Más que un principio de
ética, la transparencia es un compromiso de quienes han recibido una encomienda
de los ciudadanos, y más allá, un derecho que deben reconocer las
constituciones y que debemos exigir y utilizar para nuestro beneficio.
—Sólo cite tres ejemplos,
pero como esos hay muchos que me llegan a la mente y seguramente a ustedes
también—.
Especialista
en Derecho de la Información por el Posgrado de la Facultad de Derecho de la
Universidad Nacional Autónoma de México.
[1] http://www.inegi.org.mx/prod_serv/contenidos/espanol/bvinegi/productos/integracion/pais/mexcon/folleto_nacional_pliegos_baja.pdf
[2] http://espresso.repubblica.it/inchieste/2015/02/26/news/vaticano-e-guerra-per-il-tesoro-1.201430?ref=fbpe
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