"No es que los pueblos tengan los gobiernos que se merecen, sino que la gente tiene los gobernantes que se le parecen"
André Malraux
El término
democracia, ha evolucionado desde Aristóteles hasta el concepto de democracia
moderna que es aceptado y considerado tanto como un ideal (tal y como se
contempla en la fracción II del artículo 3º de nuestra Constitución), así como
un punto de apoyo a la democracia real.
La
democracia de los griegos no funcionó, en gran medida por que era una democracia
directa, y fue hasta que los monjes en la Alta Edad Media crearon el voto
secreto y las reglas del voto mayoritario que están ligadas entre sí, que se
pudo dar la evolución.
En democracia el
pueblo es el titular del Poder, pero también es él quien ejercita el mismo.
La democracia se
ocupa indistintamente para referirse a diferentes aspectos de las relaciones
humanas, así en la sociedad, en el trabajo, en el libre mercado y en la
política; siendo complementarias de ésta ya que son reflejo de pequeños grupos
democráticos.
En la actualidad, la
vida política del país toma fuertes e impetuosos bríos cada seis años, cuando
se acercan los periodos electorales para la renovación de la Presidencia de la
República y podemos notar que la gente comienza a politizar las pláticas del
desayuno, las reuniones de café e incluso las comidas familiares.
Cercana la fecha,
para nadie es indiferente el tener conocimiento sobre la vida, la trayectoria
académica, la gestión pública e incluso los resbalones amorosos de cada uno de
los contendientes por la silla. Tal pareciera que de la noche a la mañana nos
sale lo demócratas a cada uno de nosotros y nos atrevemos a defender o atacar
las posturas de los que están a favor o en contra de nuestro gallo.
Pero lejos de saber
si el peinado, la corbata, el comercial o la imagen es la adecuada, la gran
pregunta es: ¿Cómo se entera la gente de política?
El esquema de
comunicación en el que nos encontramos, pareciera estar sacado de algún libro
de terror o de alguno del Dr. Giovanni Sartori y del que desafortunadamente
pareciera que no vamos a salir. En la sociedad Teledirigida dejamos a un lado
la parte sustancial del debate político, nos centramos en apreciar una buena
imagen que sea agradable a nuestros sentidos y no encontramos ideas, propuestas
o proyectos.
Pareciera no ser
relevante que el 95 % de la población de nuestro país vea la televisión, para
muchos pudiera hasta representar, sin lugar a dudas, la muestra clara de la
modernidad en la que vive nuestra gente; pero si decimos que es un 87 % del
total de la misma, la que se entera de política por éste mismo medio de
comunicación… podríamos estar ante un serio problema hablando de la efectividad
de nuestra democracia.
Tal pareciera que
estamos en manos de las opiniones positivas o negativas de los formadores de
las opiniones públicas y que la gente sabe de política pero por habladas de los
comunicadores.
Pero… ¿Cómo romper
este círculo vicioso de la interrupción de los monopolios televisivos en la
opinión pública?
Vemos que en el
discurso, prácticamente todos los políticos de todos los niveles, académicos y
empresarios, refieren al uso de la transparencia para la modernización de las
estructuras políticas y para hacer un combate frontal a la corrupción, pero
llegado el momento de la práctica son solo algunos investigadores y periodistas
los usuarios recurrentes del ejercicio del derecho de Acceso a la Información Pública.
Se debe buscar una
mayor participación ciudadana en la toma de decisiones, no solamente cada 3 o 6
años, se debe fomentar ese dialogo proactivo entre gobernados y gobierno, pero
hacerlo de manera informada y responsable; para esto es fundamental una nueva
sociabilización del Derecho de Acceso a la Información, que los ciudadanos nos
preocupemos y a la vez nos ocupemos por preguntar y no solo eso, sino saber que
preguntar y cómo hacerlo.
En contraparte a las
autoridades aún no les queda claro que la transparencia como política pública
no es una carga extra de trabajo o un castigo, sino un mecanismo inherente a su
función que beneficia en todo momento el desempeño de su actividad.
Estoy convencido de
que una sociedad civil más informada, será más participativa, así también se
generará el debate necesario y urgente que se debe tener con los representantes
populares para que se tomen los mecanismos pertinentes de rendición de cuentas
que tanto le hacen falta a nuestro país.
Será fundamental para
los ciudadanos acercar las distancias que existen entre la clase política y
nosotros, pero será mejor que logremos interesarnos y enterarnos de la fuente
directa de sus actividades, propuestas y proyectos.
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