En el texto publicado el día de
ayer en este mismo espacio, se dio cuenta del déficit informativo en el que
estamos inmersos y al igual que mi compañero comparto su premisa y conclusión,
que en pocas palabras podría resumir de la siguiente manera: “estamos así
porque queremos”.
Quizá las líneas que siguen
resulten repetitivas, sin embargo, no está por demás hacer hincapié en la
importancia que tiene el derecho de acceso a la información en la conformación
de una sociedad que pretenda hacer de la democracia “una forma de vida”.
En primer lugar, el derecho a la
información es un derecho fundamental, lo cual no es poca cosa, si tomamos en
cuenta que el objeto de los derechos fundamentales es proteger bienes básicos,
mejorar la calidad de vida de las personas y servir como medios de control del
poder político, entonces, al ejercer nuestro derecho y cuestionar al aparato estatal, abonamos a la construcción de una sociedad no sólo mejor informada,
sino una sociedad que controla a sus gobernantes ejerciendo sus derechos,
inmiscuida y pendiente de los asuntos públicos.
Probablemente muchas voces replicarían
la imposibilidad de estar al tanto de todo lo que pasa en la esfera pública del país, alegando
tener prioridades por las cuales preocuparse, necesidades básicas que satisfacer
antes de prestar atención a los asuntos públicos, lo cual parece totalmente válido,
no obstante, nos olvidamos, aunque parezca un cliché, que la información es
poder, contar con información completa, oportuna y veraz, resulta un
herramienta poderosa para la toma de decisiones. En la base de todo proceso de toma de
decisiones se encuentra la información, tomar decisiones forma parte de nuestra
vida cotidiana, así, podemos decidir sobre varias cuestiones que se presentan
en diferentes contextos, uno de ellos es el público, tomamos una decisión para
elegir a nuestros representantes.
En una democracia, las decisiones
en materia política que toman los ciudadanos, se relacionan con los derechos que
tienen a participar en la misma. Como recordamos, la democracia moderna es una
democracia representativa, donde los ciudadanos eligen a los representantes
para que estos decidan en nombre y por cuenta de aquellos las decisiones
vinculantes para todos. Esta situación genera que muchas o casi todas las
decisiones políticas que afectan a la sociedad, sean tomadas por los órganos
del Estado, dejando así a la mayoría de ciudadanos la única tarea de elegir a
quién decida por él. Lo anterior coloca a los ciudadanos en la necesidad de
saber o por lo menos que estén en condiciones de informarse sobre lo que
deciden ellos mismos y por consiguiente ¿el cómo y por qué? deciden tal cosa
aquellos.
La mayor parte de los ciudadanos
que toman decisiones políticas lo hacen en ejercicio de sus derechos de
participación política, tales derechos
para no estar vacíos, necesitan estar nutridos de información, así mientras se
esté más y mejor informado, el ciudadano podrá tener o formular un juicio con
mayor fuerza argumentativa que le de sustancia a la crítica o al aplauso, a la
propuesta y al debate y con ello incidir o participar en la toma de decisiones
acerca de políticas públicas, programas y proyectos. Como señala Roberto Saba:
Dar poder al pueblo para que decida
cuestiones públicas directa o indirectamente sin darle la posibilidad de
conocer toda la información necesaria para decidir, conduce a un proceso de
toma decisiones imperfecto que puede arrojar resultados fuertemente dañinos
para la comunidad…El derecho a la información es, en consecuencia, una
precondición del sistema democrático y del ejercicio de la participación
política de la ciudadanía. [1]
Los ciudadanos deciden sobre
cuestiones políticas al momento de participar en el espacio público, haciendo
uso de sus derechos políticos, entre los que se encuentran: el derecho de
asociación política, los derechos de sufragio activo y pasivo, y de aquellas libertades como la de
expresión y reunión y el derecho a la información. En el ejercicio de estos
derechos fundamentales, la información cumple un rol muy importante, ya que
dota de contenido a los mismos y permite conocer, evaluar y lo más importante,
decidir sobre una diferentes alternativas.
Al respecto dice, Guillermo O´Donnell:
La efectividad de los derechos de
ciudadanía política requiere un contexto social que incluya fuentes de
información variada, no monopolizadas o censuradas por el Estado. Esta
posibilidad, que es un componente de un contexto socialmente diverso y plural,
es un bien público, respaldado por un sistema legal democrático que garantice
el conocimiento también público de un adecuado desempeño de las instituciones
estatales.[2]
En conclusión, debemos informarnos
y hacer uso de nuestro derecho de acceso a la información para colocarnos en un
contexto de exigencia hacia el gobierno y no sólo en este ámbito, la
información puede servir en cualquier situación de la vida diaria. El estar
informados reduce la manipulación que se puede ejercer sobre nuestras
necesidades, el estar informado nos aleja de movimientos que sólo nos utilizan
para sus intereses, no hace ser más libres en la medida en que sabemos hacia dónde
dirigirnos. Creo que al informarnos no sólo controlamos al poder político, sino
a los poderes ideológicos, a los poderes que controlan los medios de
comunicación, a las grandes empresas, etc., entre más exigentes seamos mejor
información recibiremos.
[1]
SABA, Roberto, el derecho de la persona a acceder a la información en poder del
gobierno, en revista derecho comparado de la información, núm. 3, enero-junio,
UNAM-IIJ, México, 2004, pág.158
[2]
O´DONNELL, Guillermo, Democracia, desarrollo humano y ciudadanía: reflexiones
sobre la calidad de la democracia en América Latina, PNUD, Homo Sapiens
Ediciones, Buenos Aires, 2003, pág.84
No hay comentarios.:
Publicar un comentario