Uno
de los principios fundamentales de la democracia moderna es, sin lugar a dudas,
la transparencia y la rendición de cuentas, pues su observancia permite elevar
la credibilidad social sobre las instituciones, fortalecer el marco
institucional y jurídico del Estado, favorecer la probidad y eficiencia en el
quehacer público y refrendar la vocación democrática de la ciudadanía.
Es
en un sistema democrático, en donde la autoridad suprema la ejercen en su mayor
parte los representantes elegidos mediante votación popular, estos a su vez,
son responsables de su gestión de los asuntos públicos ante las personas que
acudieron a las urnas a depositar su confianza en ellos.
Cuando
nos referimos a rendición de cuentas, no podemos olvidar que tiene sus
antecedentes en el mandato civil, surge con la teoría del principal agente en
donde el administrador de una empresa tiene que rendir informes de las
decisiones que toma ante los socios o dueños de la misma.
Tomando
como antecedente al mandato civil, podemos establecer sin temor a equivocarnos,
que en un régimen democrático es en esencia de mandato público.
No
hay duda de que la verdadera vida democrática de un país depende en gran medida
de la exigencia por parte de la sociedad de una efectiva rendición de cuentas.
La rendición de cuentas es pues, ese dialogo que debe existir entre autoridades
y gobernados, a través de las herramientas idóneas para ello.
La
rendición de cuentas no es más que la obligación por parte de los servidores
públicos de responder por sus actos y tiene como propósito reducir las incertidumbres
del poder, limitar sus arbitrariedades, prevenir y remediar sus abusos,
mantener el ejercicio del poder dentro de ciertas normas y procedimientos
preestablecidos.
La
rendición de cuentas se constituye también como un derecho de los ciudadanos de
conocer las decisiones de sus gobernantes y las causas que dieron origen a las
mismas.
La
rendición de cuentas es un derecho ciudadano, que cierra el ciclo al mandato
público, consolidando así la democracia.
Es
una exigencia fundamental de las democracias representativas modernas. Tenemos
que entender, como sociedad, que el derecho a exigir cuentas no puede agotarse
en el concepto de derecho, sino también es una obligación de la sociedad.
El
gobernante actúa en función de un mandato recibido en las urnas, por ello es
responsable ante quienes lo han elegido por el uso de sus facultades y de su
autoridad. En ese sentido la rendición de cuentas es un principio ineludible y
obligatorio de la ética política de la democracia.
En
un Estado de Derecho democrático, quien ejerce el poder tiene la obligación de
hacer públicos sus actos. Esto es lo que el académico Andreas Schedler llama la
dimensión informativa de la rendición de cuentas; pero también la tiene de
explicarlos y justificarlos, en razón de las demandas de la ciudadanía y del
bien común que tiene la obligación de promover, lo que se conoce como la
dimensión argumentativa de la rendición de cuentas. La rendición de cuentas
involucra por tanto el derecho a recibir información y la obligación
correspondiente de divulgar todos los datos necesarios. Pero también implica el
derecho a recibir una explicación y el deber correspondiente de justificar el
ejercicio del poder.[1]
La Rendición de Cuentas es una intento por traducir al
español el término accountability que
muchas veces suele confundirse con fiscalización o responsabilidad, pare el Dr.
John Ackerman es un “proceso pro-activo por medio del cual los servidores
públicos informan, explican y justifican sus planes de acción, su desempeño y
sus logros y se sujetan a las sanciones y recompensas correspondientes”. [2]
De este concepto surgen diversos elementos, se debe
entender como un proceso dinámico y no como un momento estático, rendir cuentas
es salirse de la oficina, dialogar con la sociedad y establecer contacto con
otras instituciones, en lugar de esconderse de la vigilancia ciudadanía.
Implica la tarea afirmativa de exigir el buen desempeño y una toma de
decisiones de forma pro-activa así como la evaluación del desempeño de los
servidores públicos.
Una vez más el recurrimos al maestro Andreas Schedler para
que nos aclare, ya que sostiene que la rendición de cuentas tiene dos
dimensiones básicas, por un lado la obligación de políticos y funcionarios de
informar sobre sus decisiones y de justificarlas en público (answerability) y por otro lado la capacidad de sancionar a políticos y
funcionarios en caso de que hayan violado sus deberes públicos (enforcement).[3]
Es
indispensable la intervención de la sociedad, su participación proactiva y
propositiva, su juicio y crítica para cerrar el círculo virtuoso de la
rendición de cuentas, que exige por un lado, el ejercicio responsable de una
autoridad que explica y justifica sus actos. Y por el otro el seguimiento y la
evaluación social, así como en su casi la sanción a dicha autoridad, por su
desempeño; lo que constituiría la llamada dimensión punitiva.
Expresado
en otras palabras, es una dimensión que estructura un sistema de consecuencias
cuando la sociedad exige cuentas a los gobernantes.
En
la convivencia de sus tres dimensiones, informativa, argumentativa y punitiva,
la rendición de cuentas favorece una mayor responsabilidad entre los actores de
la relación de gobernantes y gobernados.
Es
fundamental acotar que la rendición de cuentas tiene que darse en ambos
sentidos y con ambos correlacionados, no tiene que entenderse únicamente como
la obligación de las autoridades a informar, también la sociedad civil
organizadamente tiene que participar de igual o mayor intensidad que con la que
se expresa en su derecho de voto, esto para que pueda exigir a cabalidad la
rendición de cuentas del poder que delegó a la persona a la que le entrego el
mandato.
La
rendición de cuentas, no es un derecho de petición. Es un derecho de crítica y
al diálogo. En términos amplios, implica no solo la intención de supeditar el
poder al imperio de la ley, de la ética, de la eficiencia, del profesionalismo
y de la racionalidad, aún con la fuerza de la coacción y el castigo; sino
también de abrir debate público de los temas que conciernen al ejercicio del gobierno.
En
el rediseño de las instituciones de la democracia y la gobernabilidad, el
propósito del régimen ha sido el de respetar la diversidad y la pluralidad de
la sociedad, y potenciar su capacidad para influir en la vida institucional del
país.
En
congruencia con esta filosofía política, la rendición de cuentas ha cobrado una
relevancia fundamental para el ejercicio de gobierno, transformándose en un
verdadero sistema sustentado en principios jurídicos y políticas públicas, y en
un andamiaje instrumental que interactúa y se complementa en su funcionamiento.
La rendición de cuentas, debe volverse una actitud
permanente, una verdadera cultura cívica que acabe con las asimetrías entre
autoridades y ciudadanos, que genere confianza y credibilidad en las instituciones
públicas, que se identifique como una exigencia permanente a los servidores
públicos para elevar la calidad del desempeño de las instituciones de gobierno
para recuperar la potestad de delimitar el poder que debe ejercerse sobre los
actos del gobierno.
[1]
SCHEDLER, ANDREAS. ¿Qué es la rendición de cuentas?. Cuadernos de transparencia
del IFAI.03. pag. 14
[2]
Ver ACKERMAN, JOHN. (2008) “Introducción”, en John Ackerman (Coord.) Más allá
del acceso a la información: Transparencia, Rendición de Cuentas y Estado de
Derecho, Instituto de Investigaciones Jurídicas UNAM-Editorial Siglo XXI,
México,D.F. pag. 16
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