3 de septiembre de 2013

Prueba de ensayo y error en el acceso a la información.

Cuando hablamos de acceso a la información, hablamos indubitablemente de poder: La información es poder. Resulta no ser una coincidencia entonces que el Derecho de Acceso a la información sea una de las herramientas más utilizadas hoy en día para ejercer la democracia al mantener el ojo abierto de los ciudadanos ante la vida en el gobierno.

Así, desde la entrada en vigor de la Ley Federal de Transparencia y Acceso a la Información Pública Gubernamental en el año 2002, la burocracia en México dejó de parecer plenipotenciaria para sujetarse al escrutinio público, un acto nada menor.

Desde entonces, por lo menos en la Administración Pública ha prevalecido una prueba de ensayo y error que pareciera que, lentamente, ha funcionado relativamente bien. ¿Por qué bajo la premisa de prueba y error? Porque históricamente hablando, lel gobierno mexicano había actuado sin consecuencia con todo lo que el poder atraía. Me viene a la mente, por poner un ejemplo, la película mexicana: "La Ley de Herodes" en dónde alcanzamos a distinguir a un ciudadano, en principio de buenas intenciones, que tras la marea del poder se convierte en un político déspota y corrupto.

Pero, dejemos por un lado la escala de acceso a la información que brinda actualmente la Administración Pública Federal ¿Qué pasa con los otros poderes de la Unión? ¿De qué privilegios gozan para no estar en el ojo del huracán y obtener menos desplegados en prensa atacándolos de actuar con opacidad? Bien, hasta hace unos días ese pensamiento se topó con pared.

Para nadie es ajeno aquellas ocho columnas en dónde se tachaba, en especial a un Grupo Parlamentario de erogar el gasto público con una discrecional falta de ética. Erogación del gasto público fue mencionado y eso bastó para que todos nos sintiéramos traicionados sobre la forma y modo en la que un Grupo Parlamentario, específicamente en el Senado de la República, gastaba el fruto de nuestros impuestos con la bandera de representación en la Cámara Alta. ¿Cuál fue el ensayo de esa especie de rendición de cuentas? La página del Senado de la República, llena de información -que no precisamente es accesible ya que se encuentra en una vorágine de subinformación[1] y eso evita una efectiva rendición de cuentas- contiene un apartado llamado "Asignación a Grupos Parlamentarios", un ejercicio previo de transparencia que el Senado "experimentó" a efecto de alardear sobre el control de los recursos públicos que se encuentran en posesión de todos los grupos parlamentarios, pero ello dio pie a que los periodistas, deseosos de conocer la veracidad de esas cantidades, buscaran la forma de "hacer cuadrar las cifras". Ello ocasionó la serie de descalificaciones periodísticas que todos vimos y de la que todos fuimos testigos.

¿Cuál fue el error? El no proporcionar información accesible, información sencilla, con lenguaje ciudadano que permitiera que el escrutinio no fuese inventado o intuido por los periodistas a merced de lograr una nota amarillista.

Pero lo que nos importa realmente es ¿Cuál fue el aprendizaje? Un acuerdo de la Mesa Directiva del Senado de la República en donde se amplían las obligaciones de transparencia de los Grupos Parlamentarios que fue aprobado por unanimidad el pasado 27 de agosto.
En dicho acuerdo se estipuló que los Grupos Parlamentarios deberán remitir de manera trimestral, un informe en el que se pueda apreciar de manera desagregada el uso y destino de los recursos que la propia Mesa Directiva les otorga a los Grupos Parlamentarios y que, después de su recepción, deberá publicarse de manera íntegra al día siguiente, en la Gaceta del Senado en sus versiones impresa y electrónica.[2]

Significa un avance, pero sobre todo, que los otros poderes de la unión, ante la observancia pública y con la herramienta del Derecho de Acceso a la Información, también se encuentran en el sinuoso camino de ensayo y error que repercutirá en un beneficio para la ciudadanía en su ejercicio del Poder Público.




[1] Acto mediante el cual un ciudadano resulta inmerso en tanta información presente que sobre pasa su capacidad de sentirse informado. Ver "Ética e Información", Mesa Redonda. en Seminarios de Investigación de la Universidad Nacional Autónoma de México. Pág. 53 y 54. Disponible en: 

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