En los últimos años, transparencia, acceso a la información y
rendición de cuentas se han convertido en temas recurrentes en la agenda
legislativa, en la comunidad académica y, por supuesto, dentro del discurso
político.
Plantearse estos temas sólo ha
sido posible, una vez que la maquinaria democrática se ha echado a andar en el país, en otras palabras, en la búsqueda por mejorar la calidad de nuestra joven
democracia, la transparencia, el acceso a la información y la rendición de
cuentas han jugado un papel fundamental a la hora de plantearse escenarios
donde el poder político se adquiera y se ejerza de manera democrática, lejos de
la opacidad, el secreto y, por consiguiente, de la corrupción política.
Las democracias representativas,
como lo son las modernas, se sustentan en la publicidad del poder. La
publicidad es una característica esencial de los gobiernos que pretendan ser democráticos,
sin la publicidad del poder nos enfrentamos a lo que Michelangelo Bovero ha
llamado una democracia aparente.
Norberto Bobbio ha explicado
claramente el vínculo al que nos referimos, una de las características del
gobierno democrático es precisamente “el carácter público del poder, entendido
como no secreto como abierto al público". [1]
El mismo autor ha definido a la democracia como el “poder en público”, es
decir, el poder público que se desenvuelve en lo público, que obliga a los
gobernantes a decidir bajo la luz del
sol y permite a los gobernados ver cómo
y dónde se adoptan las decisiones. Además, nos dice,
que si bien, del paso de la democracia directa a la democracia representativa desapareció
la plaza (el ágora ateniense donde se
reunían los ciudadanos para escuchar a los oradores y luego expresar su
opinión, levantando la mano) no ha desaparecido la exigencia de visibilidad del
poder.[2]
En este sentido, podemos decir que en una
forma de gobierno democrática representativa, como es la de nuestros tiempos,
las actividades de los gobernantes deben estar bajo el escrutinio de los
ciudadanos. Las actividades que realizan los representantes y todos aquellos
que ostentan poder político, deben ser puestas al público como una forma de
control, de evaluación, de rendición de cuentas, de descubrimiento y corrección
de errores, que la sociedad ejerce hacia sus gobernantes, ya que a final del
día, el pueblo es en última instancia el soberano.
La transparencia del poder
público es una herramienta para evitar que el gobernante tome en secreto sus
decisiones o planes, como se haría en los llamados arcana imperii, que Jesús Rodriguez Zepeda define como: “...
secretos que permiten el ejercicio del poder sobre la base del ocultamiento y
la simulación... verdades que poseen
un sentido casi sagrado, ritual, es decir misterios insondables de la
política”. [3] Estos secretos y verdades del Estado, no son
otra cosa que información selecta y privilegiada que poseen los hombres del
poder político y constituyen pilares fundamentales del poder absoluto, que
permiten la discrecionalidad y concentración de poder.
La democracia, al contrario de
los sistemas autocráticos, se funda en la transparencia y la rendición de
cuentas, como lo ha llamado Bobbio un “poder sin mascaras”, donde la publicidad
es la regla y el secreto es la excepción en los asuntos públicos. La
transparencia del poder político como elemento fundamental de los régimenes
democráticos, permite distinguir entre una forma de
gobierno democrática de una que no lo es, como serían las formas de gobierno
autocráticas, oligárquicas y despóticas, que basan sus actuaciones en el
secreto y la opacidad. Al respecto, contundentemente señala Bobbio: “En el
Estado autocrático el secreto de Estado no es la excepción sino la regla: las
grandes decisiones políticas deben ser tomadas lejos de las miradas indiscretas
del público”.[4]
En conclusión, la importancia de
la publicidad en los asuntos públicos, radica en la posibilidad de que la sociedad
vigile a sus gobernantes y para ello es necesario dotarla de herramientas como
el acceso a la información y la transparencia, con un sistema de rendición de cuentas efectivo, donde los
partidarios de la opacidad no tengan cabida.
[1] BOBBIO, Norberto, El futuro de la democracia, 3ª ed., Fondo de Cultura Económica,
México, 2001, p. 98
[3] RODRÍGUEZ ZEPEDA, Jesús, Estado y transparencia: un paseo por la filosofía política,
cuadernos de transparencia num.4, IFAI, México, 2006, p. 15
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